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Guillermo Rodríguez

La sempiterna crisis de Amazon.com

Haga lo que haga, Amazon está en crisis. Si vende mucho, porque no se expande, si pisa otros mercados, porque la estrategia va en detrimento de la rentabilidad.

En una noticia publicada la semana pasada por la agencia Reuters, se especulaba bajo el titular “Amazon.com puede estar perdiendo su brillo punto.com” con que “los días de Amazon como firma excepcional” podrían “haber llegado a su fin”. Las causas no eran otras que “el lento crecimiento del vendedor on line” y la caída de valor de sus acciones, que se han desenganchado del vibrante ritmo que imponen compañías como Yahoo!, eBay y Google.
 
El motivo real para sostener que la tienda creada por Jeff Bezos estaría perdiendo lustre es la “decepción” que generaron en Wall Street los resultados trimestrales de la cibertienda. Las previsiones de ventas para 2005 se rebajaron de un 30 por ciento positivo a una horquilla de entre el 6 y 22 por ciento. Nada más darse a conocer los datos, sus acciones cayeron un 12 por ciento, hasta los 34,60 dólares, su nivel más bajo desde julio 2003.
 
Los analistas consideran un fallo inexcusable que el margen operativo de Amazon sea del 7 por ciento, lo que supone un descenso del 11 por ciento comparado con el primer trimestre de 2003. ¡Caracoles, el problema ahora es la margen operativo!
 
Uno sólo envidia a Jeff Bezos por el sueldo que cobra por pilotar la cibertienda. Por nada más. ¿Acaso es agradable recibir tortazos indiferentemente de que presentes unas notas con sobresalientes o suspensos? El problema de Amazon.com es que siempre ha ido mejor lo previsto. Contra todo pronóstico, pisó la senda de la rentabilidad en el último trimestre de 2001, cuando la crisis de las puntocom se ensañaba con numerosas empresas de Internet. Aun así vendió libros, discos, música juguetes, electrónica, software, coches... Pero claro, para los expertos lo relevante es que algunas unidades de negocio no crecían como deberían –o sea, como ellos querían– y achararon a la tienda on line que hubiera antepuesto la rentabilidad al crecimiento. Justo lo que, un año antes, éstos habían recomendado.
 
Conclusión: haga lo que haga, Amazon está en crisis. Si vende mucho, porque no se expande, si pisa otros mercados, porque la estrategia va en detrimento de la rentabilidad. Parece ser irrelevante que la compañía obtuviera sus primeros beneficios sólo siete años después de haber nacido. O que haya creado escuela en la forma de vender artículos por Internet –la mayoría de las tiendas apenas son una mala copia de la estadounidense–. O que haya propagado la sana costumbre de implantar la gratuidad de los envíos a domicilio. Eso, parece, es lo de menos. Al igual que esos padres que castigan a sus hijos por presentar unas notas repletas de sobresalientes y no de matrículas de honor, los analistas dudan, siempre han dudado, de la viabilidad de la compañía. No son conscientes de que  Amazon nació en la Red y es la que mejor (y mayor ) partido sabe sacarla. Por mucho que les pese, duela o incomode.

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