Menú
Juan Ramón Rallo

Contra los falsos catalanes

Es decir, se han de crear las condiciones que hagan imposible la vida en Cataluña a quien no conozca y emplee el catalán

El Institut d’Estudis Catalans, el equivalente de diseño nacionalista a la Real Academia Española de la Lengua, ha publicado un informe en el que advierte del nefasto futuro que le espera al catalán. "La supervivencia del catalán está seriamente amenazada", titulaba el diario Avui para referirse al informe.
 
Los temores me parecen infundados; si algo está seriamente amenazado es el proyecto nacionalista por eliminar al castellano de la sociedad. Se le expulsará de la administración, de las aulas o de los juzgados, pero evidentemente la pretensión nacionalista de crear un oasis anticastellano en medio de la coiné del mismo siempre fue harto ridícula.
 
Pero por ridícula no debemos despreciarla. En sus conclusiones, el IEC ha efectuado unas propuestas que merecen, como mínimo, una breve consideración, habida cuenta de que constituyen las líneas maestras de la política lingüística de todos los gobiernos catalanes.
 
Tras asegurar que la existencia normal del catalán no se puede basar solamente en un voluntarismo militante de sus hablantes, el IEC propone que se creen las condiciones que hagan que sea del todo necesario e imprescindible el conocimiento y uso social de la lengua para poder vivir en cualquiera de sus territorios.
 
Es decir, se han de crear las condiciones que hagan imposible la vida en Cataluña a quien no conozca y emplee el catalán. Que se lo digan a Francisco Caja, indudable ejemplo de cómo se crean condiciones que imposibiliten la vida en Cataluña si no se comulga con las ruedas de molino oficiales.
 
Se trata de una estrategia sistemática que han emprendido los gobiernos catalanes desde la instauración de la democracia. O los castellanohablantes se convertían a la tribu o eran expulsados de la misma. O abrazaban la religión oficial o eran desalojados del templo. Las oleadas de inmigrantes debían ser compensadas con otras oleadas de emigrantes catalanes, de desahuciados apátridas.
 
Esto se logró aplicando la misma receta que hoy, más enfáticamente si cabe, propone el IEC: haciéndoles la vida imposible. Un método menos vistoso, si cabe, que el del abertzalismo pero, en todo caso, igual de efectivo. En Cataluña la violencia se canaliza a través de las Instituciones, el terror es cosa común. Si bien, últimamente, como en el mentado caso de Caja, esta violencia, siguiendo directrices leninistas, se empieza a diversificar entre la acción política y la acción extrapolítica.
 
El fiel reflejo de la tradicional tolerancia y del sempiterno progresismo de los que hace gala el nacionalismo. O conmigo o sin ti.

En Sociedad

    0
    comentarios