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Encarna Jiménez

El cambio imposible

El lema "Otra televisión es posible", que enarboló Carmen Caffarel a su llegada, no encaja con esta vuelta a los clásicos aprovechando la inercia de una parte de los telespectadores que todavía sintonizan con TVE

El anuncio de que TVE va a encargar el programa de fin de año a José Luis Moreno, una vez más, y a pesar de ser un personaje casi tan criticado como Alfredo Urdaci, parece la prueba más clara de que la televisión pública está en un estado comatoso de ideas y con la amenaza de un bajón de audiencia imparable.
 
El lema "Otra televisión es posible", que enarboló Carmen Caffarel a su llegada, no encaja con esta vuelta a los clásicos aprovechando la inercia de una parte de los telespectadores que todavía sintonizan con TVE. Son los mismos que hacen que "Ana y los 7", la serie protagonizada por Ana García Obregón, siga siendo la serie de ficción que mejor le funciona a la cadena pública en dura competición con Antena 3 y Telecinco.
 
La vuelta de "Cuéntame cómo pasó" y el razonable éxito del programa de humor de "Cruz y Raya" son otros de los síntomas de que los palos que aguantan el sombrajo de la cadena pública siguen siendo los mismos, y las alternativas están por venir o empiezan a dar signos de ineficacia.
 
El mejor ejemplo de los agujeros que tienen los programas de la era Caffarel es el magazine "Las cerezas" de Julia Otero, que no está a la altura de las expectativas creadas y que, además, ha sido denunciado por UGT –según el diario La Razón- por utilizar la infraestructura de TVE en Cataluña y facturar a través de la empresa "Somos-som" servicios que presta el centro de Sant Cugat que paga el contribuyente. Dentro de unos días veremos lo que hace el "Gran Wyoming", pero es muy posible que nos encontremos con otro fiasco de dudosa rentabilidad.
 
Mientras, Telecinco, que no pone coto a su vertiente "basurera", ha decidido recuperar el formato de "Caiga quien caiga", a cargo de la productora argentina "Cuatro cabezas", para, se supone, tener otro espacio más que le sirva para poner nerviosos a los poderes públicos, si no en los aspectos ideológicos, al menos en la intención de molestar y no hacer viable ese pacto de "autorregulación" de contenidos. Desde que decidieron que son una cadena para adultos de la mañana a la noche, parece que se han declarado en rebeldía y van a saltarse a la torera hasta su código de 21 puntos para el saneamiento de la televisión.
 
Estamos a punto de enfilar el fin de año y todo apunta a que TVE va a tirar de programas de entretenimiento de cierta tradición para retener una audiencia que se le escapa. En esta ocasión no se contará con el programa de Raphael en Navidad, y el "Telepasión" en el que hacen tonterías simpáticas los profesionales de la casa va a ser de archivo, de modo que no se vislumbra ni un gesto rompedor. A este paso van a tener que rehabilitar a Rockefeller, el cuervo de José Luís Moreno, para lanzar los mensajes de la nueva era que tanto les cuesta hacer llegar a los recién y bien pagados contratados.

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