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EDITORIAL

El Rey con Bush, ZP con Chávez

"Como siga así, el gobierno socialista, más que la intercesión del monarca, va a necesitar la de un Rey Mago..."

Tras coprotagonizar, junto a Kirchner y Lula Da Silva, el estéril compadreo al que ha quedado reducida la XIV Cumbre Iberoamericana, Zapatero se prepara para recibir en Madrid al ex militar golpista y liberticida mandatario venezolano que, con fraudes electorales de por medio, sigue gobernando aquel país empobrecido. Ciertamente Hugo Chávez y su amigo Fidel Castro faltaron en San José de Costa Rica para que la foto con ZP hubiera sido completa. Pero, a diferencia de los dirigentes latinoamericanos que no han querido rebajarse a esa farsa, Castro y Chávez no han acudido por razones de fuerza mayor.
 
Ahora, sin embargo, Zapatero está dispuesto a superar esa involuntaria ausencia acogiendo al sátrapa venezolano con todos los honores. Por de pronto, nuestro presidente ha enviado a Moratinos para recibirle en el aeropuerto y acompañarle a Atocha, lugar donde Chávez ha tenido el mal gusto de expresar su “esperanza” por el cambio de rumbo en la política exterior de nuestro Gobierno.
 
Decimos de “mal gusto” porque, aunque Chávez haya centrado su “esperanza” en las relaciones de España con América Latina, no deja de ser un recordatorio de las esperanzas —también referidas a la política exterior de España— que algunos terroristas detenidos ya han confesado abrigar a la hora de cometer la masacre tres días antes de las elecciones.
 
Téngase en cuenta, en cualquier caso, la carga de hipocresía que conlleva este supuesto homenaje a las víctimas del 11-M cuando proviene de un mandatario que, como Chávez, ha prestado todo tipo de ayudas al terrorismo más activo y brutal que todavía padece América Latina -como el colombiano-, y que constituye el más firme aliado de quienes lo practican desde el poder, como el de Fidel Castro. Precisamente fueron estos dos frentes —el progresivo acercamiento al castrismo del régimen venezolano y sus apoyos nada disimulados al narcoterrorismo colombiano— los que chocaron con la política exterior del Gobierno de Aznar, discrepancias de las que se deben sentir orgullosos los miembros del anterior Gobierno español, al que si algo cabe reprochar es que no las manifestaran con mayor contundencia.
 
En cualquier caso, tras Chávez sólo falta Castro para que los escasos y nada recomendables dirigentes que han mostrado “esperanza” con la victoria electoral de ZP, se la puedan transmitir personalmente a nuestro presidente de Gobierno.
 
Mientras tanto, el Rey se va a entrevistar con Bush para ver cómo arregla los entuertos que ha provocado Zapatero en nuestras relaciones con EEUU. Como siga así, el Gobierno socialista, más que la intercesión del monarca, va a necesitar la de un Rey Mago.

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