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Juan Manuel Rodríguez

Corramos un tupido velo...

Una encuesta realizada por "The Times" en 2003 señalaba que el cuarenta y uno por ciento de los aficionados ingleses habían asistido a actos racistas.

Algo tendremos que haber hecho mal o en algo nos habremos confundido (desde la federación hasta el propio seleccionador y los periodistas) si una historia tan absurda como la que protagonizó en su día Luis Aragonés ha sido capaz de llegar caminando solita hasta Downing Street. Supongo que a Tony Blair no le habrá quedado más remedio que salir a la palestra para decir lo que ha dicho y que, por otro lado, todos compartimos: "el racismo no tiene cabida en el deporte". Hasta ahí llego. Pero, si esta historia le ha parecido al primer ministro británico lo suficientemente grave como para dar él mismo la cara y no cortocircuitar las declaraciones del gabinete en su ministro de deportes, habría que exigirle también que profundizara un poquito más en la cuestión.
Yo creo que la intención de Blair ha sido condenar el racismo allá donde se produzca, pero también me parece que la suma (de menor a mayor, concluyendo en el señor Blair salvo que también decida intervenir a última hora la Reina Isabel II) de todas estas declaraciones dejan a España en muy mal lugar, transmitiendo una imagen confusa, negativa y, sobre todo, equivocada de nuestro país.

Desgraciadamente en España hay individuos que tienen comportamientos racistas. Como los habrá en Alemania o Estados Unidos. Y en Inglaterra. Una encuesta realizada por "The Times" en 2003 señalaba que el cuarenta y uno por ciento de los aficionados ingleses habían asistido a actos racistas. En aquel momento sólo el treinta y dos por ciento de los encuestados opinaban que el racismo en los campos pertenecía al pasado, mientras que otro sesenta y dos por ciento creían que había demasiados extranjeros en sus clubes y que esa circunstancia era "mala para el juego". Inglaterra sí que tiene un verdadero problema de racismo en sus estadios y, quizás por eso mismo, haya decidido salir a la palestra Tony Blair. Es muy posible que los asesores del primer ministro hayan pensado que si no condenaba inmediatamente y sin paliativos una circunstancia como la de ayer, luego tampoco sería tomado en serio por sus propios conciudadanos.

Coincido, sin embargo, con Fernando Garrido, jefe de prensa de la federación, en que el racismo no era un asunto del que se hablara precisamente ahora en la Liga española. No me atrevería a decir en absoluto que estuviera superado, pero tampoco se tiene conocimiento de que haya habitualmente actos racistas en los campos españoles. ¿Y por qué ha surgido ahora?... En primer lugar porque el martes Luis no supo sujetarse la lengua. Y en segundo lugar porque los periodistas ingleses tenían un inusitado interés en buscarle las cosquillas al seleccionador. La Federación, como ya sucediera tras el incidente entre Luis y Reyes, ha vuelto a emitir un comunicado en el que se critica la actitud racista de un grupo reducido de espectadores en el transcurso del partido entre España e Inglaterra. Luis ha vuelto a pedir perdón. El Gobierno español también ha condenado lo sucedido. Y ahora corramos un tupido velo...
 

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