No pasaba un sólo día sin que Cliford Luyck hablara de la "mirada del tigre". El entrenador del Real Madrid de baloncesto hacía referencia a la canción central de la película "Rocky III", "Eye of the Tiger", de la que fue autor Frank Stallone, hermano del famoso Sylvester, y que nos ponía a todos en órbita mientras Rocky Balboa, el "potro italiano", recuperaba su dignidad de campeón mundial de los pesos pesados ante el temible Clubber Lang, interpretado por "Mr. T". En una escena de aquella película Carl Weathers, que interpretaba al ex campeón mundial "Apollo Creed", le explicaba a Balboa que tenía que recuperar como fuera la "mirada del tigre" si quería vencer a Lang; y en otra escena anterior Burgess Meredith, que era Mickey en la película, le decía a su pupilo que se había "civilizado". Y esa es la palabra exacta que utilizaba: "te has civilizado Rocky".
Esa es precisamente la mirada que veo en los ojos de Eto'o, Deco, Xavi, Ronaldinho y Puyol. Es la mirada de la ambición y del hambre de títulos, la mirada de aquel que quiere aquello que tiene su rival, la mirada del que se siente superior al otro. Los futbolistas del Barcelona son tigres y corren como tigres. El Barcelona lleva demasiado tiempo sin conseguir títulos y eso se nota en su mirada. Y lo mismo puede decirse del baloncesto madridista. Sonko es un tigre que sabe arriegar en el momento justo. Bullock es un tigre rapidísimo. Herreros es un tigre veterano. Hervelle es un tigre que sueña con jugar en la NBA. Y Gelabale es un tigre que salta con unos poderosísimos muelles que le impulsan hacia arriba, más lejos que nadie. Todos ellos son tigres y poseen la mirada que les ha inculcado Bozidar Maljkovic, la misma mirada que buscaba sin parar Cliford Luyck, uno de los antecesores del serbio en el banquillo madridista.