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Amando de Miguel

Etimologías y latinajos

José García Pulido (Málaga) comenta que en su tierra se llama merdellón a una persona zafia, grosera. Dice don José que la palabreja es una corrupción del francés merde de gent. No está mal traída y es muy sonora. Se utiliza sobre todo para denigrar a un criado zarrapastroso. Quizá no hay que ir al francés. En latín merda es lo que todos nos imaginamos. La desinencia "llon" es un aumentativo que sirve para despreciar.
 
Johannes Kothny (alemán de origen navarro, residente en San Sebastián) precisa que el latinajo in fraganti no es tal, sino in flagranti. Tiene parte de razón. En el Derecho Romano la expresión correcta es in flagranti delicto, un acto reprobable que se comente a la vista de los demás. Es evidente la ventaja procesal que tiene una prueba así. Pero para los españoles, el latín es nuestra lengua madre y ha ido evolucionando con sus hijas (las lenguas romances hispánicas). El sonido "fla" es de difícil pronunciación para una garganta española. Así que se transformó en in fraganti, que ya no es latín, pero que lo parece. La locución adquirió vida por sí misma sin necesidad del "delito". Es como lo de modus vivendi, que para el español medio equivale al dinero que gana o algo parecido. En latín modus vivendi es un acuerdo diplomático o pacífico entre dos partes encontradas. In fraganti (sin que haya necesariamente un delito) viene a ser algo así como "con las manos en la masa". Requiere un verbo como "sorprender" o "pillar". ¿Quién dijo que el latín era una lengua muerta? Véanse los Cármina Burana.
 
Pablo (sin apellido; ya lo siento) inquiere el uso de la voz parafernalia, que tanto se utiliza ahora en el sentido de adornos y cachivaches. Don Pablo sostiene que en realidad se trata de los bienes de la mujer en el matrimonio, aparte de la dote. En efecto, eso es parafernalia en latín. Pero ese mismo plural ha ido derivando en el otro sentido de objetos, símbolos o ritos que acompañan a muchos actos protocolarios o con cierto ringorrango. El latinajo, con su sentido irónico, procede del inglés y ha tomado carta de naturaleza en el español actual.
 
Borja Caminero (Aranjuez) solicita mi dictamen sobre un latinajo muy corriente: de motu propio. Don Borja sostiene que debe ser motu proprio y tiene toda la razón. La verdad es que ese proprio es un trabalenguas y de ahí la versión un tanto romanceada. Pero las cosas como son.
 
José Carlos Pérez me dice que tiene un hijo llamado Eloi y me pregunta si en castellano tendría que ser Eloy. El nombre original fue Eligius, un obispo y ministro de los que reyes francos Clotario II y Dagoberto. Años más tarde, el nombre latino fue Eloy, como seguramente lo pronunciaban los francos del siglo VII. San Eloy se ha castellanizado también como San Eligio. Es el patrón de los orfebres y de los herreros. En Cataluña fue un santo muy popular y se escribió Eloi.
 
Benjamín Blanari (Barcelona) vuelve a la vieja cuestión de "parva" como desayuno. Dice que en la región "paisa" de Colombia (la de los antioqueños) se designa así a la bollería para el desayuno. Sostiene que la palabra viene del hebreo parve (= neutro), para indicar que no se mezcla la leche con la carne. El fundamento estaría en la tradición judaica de una parte de los antioqueños. Pudiera ser, pero en muchas partes de España se utiliza también "parva" para el desayuno, sin que conste ninguna asociación con la tradición judaica. Es más lógico pensar que el adjetivo "parva" (=pequeña) se transforma en sustantivo. Así, la "parva" de las eras, esto es, la capa de mies preparada para la trilla. Me lo recuerda Juan Manuel Escalante. La tradición española es la de un desayuno muy ligero, en algunos sitios un muerdo de pan con una capa de aguardiente. Bien parva resulta esa colación mañanera; apenas sirve para matar el gusanillo (= la sensación de estómago vacío). Para los curiosos me refiero a mi último libro Gustos y sabores (Alianza). Son dos cosas relacionadas que me interesan: la comida (con la bebida) y el habla.
 
Adriana Corta se pregunta por la coincidencia entre la palabra andaluza popular omá para llamar a la madre y el hecho de que los alemanes llamen así a la abuela. Eso último lo ignoraba. Pero no me sorprende nada que las palabras cortas con las sílabas ma-pa-ta-na-fa-ba y algunas otras se empleen en muchos idiomas para designar a la madre, el padre, los abuelos, la criada. Son voces naturales, las sílabas que primero pronuncian los infantes (bebés) en los pueblos más diversos del planeta. Es lógico que los adultos cercanos al niño que rompe a hablar se crean designados con esas voces. Mama o teta es el primer objeto placentero que contempla el lactante. Lo lógico es que la madre se identifique con esa dulce posesión.
 
Miquel Galimany tiene una ingeniosa teoría sobre los nombres de pila. "En todo el mundo se tiende a que suenen como si solo tuvieran una sílaba. Es como una pereza generalizada a gastar sílabas en vano. En esto son especialistas los anglófonos (Dick, John, Bob, Sue, etc.)". Bueno, el inglés es que adora los monosílabos para todo. En nuestro caso abundan los bisílabos en los nombres familiares o hipocorísticos: Paco, Pepa, Nena, Sole, etc. Mi idea es que transformamos los nombres largos y cultos en hipocorísticos fáciles de pronunciar por los niños. Por ejemplo, de Francisco a Paco, de Magdalena a Nena, etc. Yo sería Aman, no tanto Mando, como sugiere don Miquel. La idea es quedarse con las sílabas de más fácil fonética en casi todos los idiomas, no solo en español. Es lo que se llama "voces naturales". Hay un estupendo diccionario sobre el particular.

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