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Ignacio Villa

El noviembre negro de ZP

no parece que sea exagerado decir que el mes de noviembre ha sido el mes negro de Zapatero. Han sido treinta días de infierno para un Gobierno que va a la deriva, a remolque de los acontecimientos

El mes de noviembre, durante el que Zapatero ha cumplido siete meses como presidente del Gobierno, bien se puede calificar como el noviembre negro de ZP. Ha sido desde todo punto vista un mes horrible para el Ejecutivo socialista. Durante estos treinta días, el Gobierno ha perdido toda iniciativa política, pero especialmente –y eso es lo más grave– ha perdido la compostura.
 
El mes no podía empezar peor para el Palacio de la Moncloa. La victoria electoral del presidente Bush en las elecciones americanas hacía trizas toda previsión de Zapatero, que había apostado públicamente por el candidato Kerry. Zapatero se apresuró a enviar una felicitación acompañada de llamada que nunca fue contestada por Bush. Sólo se recibió una escueta carta del candidato ganador. Lo cierto es que un mes después, las relaciones entre España y Estados Unidos se mantienen frías y distantes. La Casa Blanca cerrada a cal y canto, y Zapatero pordioseando un simple gesto del presidente americano. Sin olvidarnos de la visita del Rey al rancho de Bush.
 
Pero en fin, este mes negro ha dado más de sí. Ahí tenemos la agria polémica interna surgida sobre el posible indulto a Rafael Vera. Con insultos, cartas y acusaciones entre ministros, presidentes autonómicos y dirigentes del felipisimo. Además, en esta historia lamentable tiene un apartado especial el chantaje permanente de Carod Rovira; y como muestra, las amenazas de Esquerra Republicana de no apoyar los Presupuestos si Zapatero no retiraba de Europa el reconocimiento de la lengua valenciana.
 
Pero hay más cosas. Sin ir más lejos, el escándalo suscitado por el uso privado de la piscina de la Escuela de la Guardia Civil de Valdemoro por parte de Sonsoles Espinosa –esposa del presidente del Gobierno– para recibir clases de buceo. O la última del Gobierno al convocar –un domingo por la noche– un Consejo de Ministros extraordinario, para frenar de mala manera la derrota parlamentaria sobre la reforma del poder judicial que este Ejecutivo quiere realizar para controlar al máximo la justicia.
 
En todo esto hay además un capítulo independiente: el ministro Moratinos. El titular de Exteriores está en la cuerda floja después de haber acusado, en un programa de TVE, a José María Aznar de haber apoyado el golpe de Estado en Venezuela. Moratinos ha intentado salir al paso, sin conseguirlo, de esa grave acusación. Y para rematar la situación, el presidente Zapatero se ha quedado en un segundo lugar en esta crisis dando un ejemplo de muy poca valentía política.
 
Moratinos en el disparadero, mientras la política exterior española ponía alfombra roja a Hugo Chavez y abría cauces de ¿diálogo? con el dictador Fidel Castro. Dos pivotes –Caracas y La Habana– en la política exterior española que sólo podían ser idea del propio ministro de Exteriores. Y mientras esto ocurre, los Presupuestos Generales del Estado siguen vetados en el Senado.
 
Pues si todo esto no fuera suficiente, el jefe del Ejecutivo se ha encontrado con una intervención impecable de José María Aznar en la Comisión de Investigación que abre un serio interrogante sobre la futura presencia del propio Zapatero en esa Comisión. Aznar ha desmontado toda la argumentación socialista sobre el 11 de marzo, que ahora desde Moncloa y desde la calle Ferraz tendrán que rehacer a toda velocidad.

En resumen, no parece que sea exagerado decir que el mes de noviembre ha sido el mes negro de Zapatero. Han sido treinta días de infierno para un Gobierno que va a la deriva, a remolque de los acontecimientos.

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