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Alberto Recarte

La irrelevancia de los economistas

Fernando Fernández representa, sin duda, a un sector de economistas que se declara próximo al PP y, como tal, es un asesor habitual de esta formación.

El pasado miércoles, 1 de diciembre, el diario ABC, en la columna de uno de sus colaboradores, el respetado economista Fernando Fernández, en su día director del servicio de estudios del SCH, y plenamente de acuerdo con la línea editorial que viene manteniendo ese periódico, encabezaba un correcto artículo de contenido económico, titulado “Desvaríos económicos”, con un párrafo en el que descalificaba a José María Aznar y al PP, criticaba que nuestro ex-presidente hiciera referencias a la SER, a la que indirectamente acusó por su participación activa en la manipulación y engaño que tuvo lugar entre los días 11 y 14 de marzo.
 
Dice, textualmente, en dicho párrafo “Triste país en el que no dejamos de echarnos en cara los muertos (mi subrayado) del salvaje atentado del 11-M y un ex-presidente del gobierno se considera obligado (mi subrayado), a defenderse de las acusaciones de asesino, arremetiendo a su vez contra un sector de la prensa” (mi subrayado nuevamente).
 
La irrelevancia de los economistas como profesión se explica perfectamente con párrafos introductorios de esta guisa, que desprecian la realidad política y social, tan desagradable a veces, para poder analizar con pulcritud, sin necesidad de mancharse las manos, los problemas teóricos desde un punto de vista económico; un punto de vista liberal, faltaría más.
 
Fernando Fernández representa, sin duda, a un sector de economistas que se declara próximo al PP y, como tal, es un asesor habitual de esta formación. Y coincide con la opinión del director de ABC de olvidar cuanto antes el 11-M, por considerar que la mala gestión del actual gobierno no está siendo suficientemente analizada y criticada por el afán de seguir mirando al pasado. Aznar les dio a todos ellos una lección –que es obvio no han aprovechado- en su comparecencia, en la que retó a todos los partidos representados en el Congreso a que se atrevieran a señalar dónde hubo mentiras y manipulaciones por parte del gobierno que él presidía.
 
A todos derrotó con datos y argumentos, limpiando un poco más, –pero todavía no es suficiente– el nombre y la fama de un partido, el suyo, que perdió las elecciones porque muchos españoles consideraron que las acusaciones eran reales. Y, como se ve en el artículo que comento, todavía hay personas, de la confianza del equipo actual del PP, que piensan que recordar esos días es “echarnos en cara los muertos” para, a continuación extrañarse porque Aznar “se considera obligado a defenderse de las acusaciones de asesino”, y para colocarlo al mismo nivel que los medios de comunicación de PRISA y de los comportamientos golpistas del PSOE, pues afirma que Aznar se comportó “arremetiendo contra un sector de la prensa”.
 
Aznar está limpiando el camino para que Mariano Rajoy pueda defender el proyecto político del PP, está contribuyendo a explicar a la sociedad española que la mentira, la manipulación, la trampa y las actitudes golpistas siguen vivos en el PSOE, IU y los partidos nacionalistas. Sólo sobre un terreno despejado de mentiras se podrá plantear una oferta política atractiva por parte de Rajoy. Y esa tarea corresponde, en parte, a Aznar, que tiene más claro que nadie hasta dónde llegó la conspiración.
La libertad política que le supone no ser candidato a nada, le facilita exponer, con claridad, los atropellos del actual gobierno cuando eran oposición y, ahora, cuando no quieren investigar todas las posibles ramificaciones del atentado. Los que, como el director del ABC, aconsejan pasar página, parecen creer que la fuerza de Aznar debilita a su sucesor; parecen pedirle a Aznar que desaparezca, que se suicide o se exilie. Si Mariano Rajoy se sintiera afectado por la rotundidad de Aznar –que me consta es todo lo contrario- demostraría poca inteligencia que es, precisamente, la cualidad que más destaca de su personalidad.
 
Aznar allana el camino a Rajoy; es imprescindible conocer la verdad de lo que ocurrió el 11-M y entre ese terrible día y las elecciones. Tiempo habrá para pasar revista y criticar la labor cotidiana del actual gobierno. Que nadie se ponga nervioso. Seguramente me equivocaré, pero a mediados de año próximo seguiremos descubriendo pequeños detalles del atentado, dirigido a provocar una enorme cantidad de muertos en primer lugar y a influir en el resultado de las elecciones en segundo, como ha repetido Aznar hasta la saciedad; pero, también, en tercer lugar, para lograr el descrédito permanente de las opciones liberal-conservadoras, que hoy representa el PP. Y, para desgracia del lector y la mía, dentro de medio año no pararemos de hablar de economía; y, entonces, pasaremos revista, como por otra parte no dejamos de hacer cada día, a las actuaciones concretas de este desgraciado gobierno.

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