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EDITORIAL

Solidarios con Kofi Annan

Nuestro presidente de Gobierno debería, como mínimo, ser cauto y esperar a que los comisionados anuncien sus conclusiones. Lo demás son charlotadas que, más tarde o más temprano, siempre se terminan pagando

Las cumbres hispano francesas solían ser formales reuniones en las que se trataban temas bilaterales urgentes y se remachaba la colaboración de ambos países en lo tocante al terrorismo etarra. Con la llegada al poder de Zapatero el ambiente carnavalesco que rodea todos sus actos de gobierno se ha apoderado también de esa cumbre, una de las más importantes para España y en la que no debería haber lugar para las frivolidades y los pasos en falso.
 
Dejando a un lado el espectáculo de los presidentes autonómicos a los que Chirac no quiso ni ver y que hubieron de conformarse con seis minutos de charla informal con Zapatero. Metiendo en el armario del despropósito la insignia de la Generalidad que el presidente del Gobierno lució orgulloso durante buena parte del día, ignorando que es el primer ministro de un país que se llama España y que tal gesto puede ofender a otras autonomías. Pasando por alto la anodina rueda de prensa posterior al encuentro en la que Zapatero se limitó a soltar las cuatro naderías acostumbradas revestidas de lenguaje políticamente correcto. Aparte de todo esto lo mejor, –o lo peor– de la cumbre de marras fue la conferencia telefónica que ambos líderes pusieron con Nueva York para solidarizarse con Kofi Annan, el todavía Secretario General de la ONU que no pasa por su mejor momento político y a quien el Senado norteamericano le está marcando de cerca por una presunta red de corrupción y tráfico de influencias en torno al programa Petróleo por Alimentos.
 
El programa, que tenía la intención de aliviar en lo posible los efectos sobre la población de las sanciones al régimen de Sadam Hussein, fue pervertido desde el primer minuto en que empezó a aplicarse. Irak compraba bienes a precios muy superiores a los del mercado y efectuaba los pagos con petróleo. El negocio estaba en que la diferencia entre el precio real de esos bienes y la cantidad facturada por los proveedores se la embolsaba el tirano iraquí en opacas cuentas suizas. Para ello estaba conchabado con Cotecna, la empresa autorizada por la ONU para certificar que las facturas coincidían con las mercancías que entraban en Irak. Sadam, gracias a ese flujo constante de dinero, consiguió tejer una soberbia red internacional de sobornos que, llegado el momento, hicieron piña para defender al régimen.
 
Una comisión del Senado norteamericano empezó a investigar la trama hace siete meses y, sin esperárselo, se encontró con que el hijo de Kofi, Kojo Annan, trabajó durante un tiempo en Cotecna, y no sólo eso, cuándo éste había abandonado la empresa siguió cobrando durante varios años una generosa cantidad. Ante semejantes evidencias es natural que Annan haya entorpecido todo lo posible la investigación de los comisionados. El escándalo, no obstante, ha sido de tal magnitud que la figura del Secretario General ha sido puesta en tela de juicio hasta por los propios funcionarios de la ONU. Llueve, sin embargo, sobre mojado, hace unas semanas el personal de Naciones Unidas presentó una moción de censura contra Annan por haber exonerado a un acusado de favoritismo y acoso sexual. El más polémico Secretario General de la historia de la ONU se encuentra acorralado y privado de muchos de los apoyos con los que contaba hasta el estallido del turbio asunto del programa Petróleo por Alimentos.
 
Que Chirac se ponga del lado de Kofi Annan es hasta cierto punto comprensible. El presidente francés ha comprometido todos sus activos en política exterior al multilateralismo y al antiyanquismo promovido por Annan. Que Zapatero, que sólo puede perder en esa apuesta, se solidarice y haga frente común con dos diplodocus de tiempos pretéritos es la muestra más palpable de que nuestro Gobierno se ha decantado sin ambages por el funambulismo sobre el alambre en materia internacional. La confirmación vino ayer desde La Habana, Fidel Castro se sumó al apoyo que Zapatero y Chirac han brindado a Annan. Según Castro al Gobierno de los Estados Unidos no le asiste autoridad moral para juzgar al Secretario General de la ONU. Clásica triquiñuela castrista. El Gobierno de EEUU no está juzgando a nadie, es una comisión del Senado la que está, simplemente, investigando el destino de un montón de millones de dólares cuyo objeto era dulcificar la penuria del pueblo iraquí. Las revelaciones de dicha investigación han destapado un caso de corrupción como no se conocía en la ONU. Nuestro presidente de Gobierno debería, como mínimo, ser cauto y esperar a que los comisionados anuncien sus conclusiones. Lo demás son charlotadas que, más tarde o más temprano, siempre se terminan pagando.

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