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EDITORIAL

Ante la comparecencia de ZP

No nos extrañe, pues, los claros elogios que uno de los autores de aquella masacre, como “El Egipcio”, hiciera de Zapatero frente al “perro” de Aznar...

“Se ha tenido que constatar en el Congreso del PP que ningún perfil bajo va a llevar a Aznar a morderse la lengua, ni a masoquistas pases de página, para que desde el PSOE se vea como ineludible el asumir el riesgo de llevar al protegido a contrarrestar la intervención de un ex presidente que está decidido no sólo a una firme defensa de la actuación de su Gobierno, sino también a desenmascarar la vileza del comportamiento de una nada leal oposición en aquellos momentos en que se acababa de producir la mayor masacre terrorista de nuestra historia”.
 
Si en aquel editorial “Las respuestas de Aznar y las preguntas a ZP”, del pasado día seis de octubre, valorábamos de esta forma la repentina decisión del actual presidente del Gobierno de poner punto final a su negativa a comparecer ante la comisión de investigación del 11-M, sólo nos cabe recordar ahora la necesidad de que el interrogatorio que dirijan hoy los representantes del PP a Zapatero esté a la altura de la reciente y espléndida intervención del anterior presidente de Gobierno.
 
Evidentemente, los representantes del PP lo van a tener este lunes más difícil por cuanto no van a disponer del tiempo que dispuso Aznar para defender la honestidad del proceder del anterior Ejecutivo en aquellos días de infamia, ni para denunciar la abyecta utilización que la entonces oposición hizo de aquella horrenda masacre. También nos resulta evidente que Rubalcaba y sus aliados en la “oposición” tratarán de llevar la comparecencia de su protegido al terreno que menos pueda ayudar a esclarecer las todavía muchas y decisivas incógnitas sobre la gestación y desarrollo de aquella masacre, así como tratarán de que ZP no se manche por la actuación de su partido que, junto a sus medios de comunicación, logró en tres días que se hiciera realidad el sueño de todo terrorista: A saber, que la ira ciudadana provocada por unos atentados, en lugar de rebotar contra sus autores, pudiera ser desviada contra el Gobierno y la política que aquellos terroristas rechazaban. No nos extrañe, pues, los claros elogios que uno de los autores de aquella masacre, como “El Egipcio”, hiciera de Zapatero frente al “perro” de Aznar...
 
Lo grave —y lo que hace de la victoria electoral de ZP algo sin parangón en la historia de la democracia occidental—, es que, desgraciadamente, la opinión de “El Egipcio” la comparta buena parte de sus víctimas directas, quedando así tristemente en evidencia el hecho de que la manipulación mediática y política entorno al terror islamista y a la intervención aliada en Irak —que rozó a veces lo apologético en demasiados medios de comunicación— fuera el principal “agujero negro” que, llegado el 11-M, hizo posible dividir a la inmensa mayoría de los ciudadanos en función de si eran galgos o podencos los autores de la matanza.
 
Si no se le debe permitir a Zapatero arroparse en las víctimas para eludir la satisfacción política que su Gobierno ha ofrecido a sus verdugos, también habrá que fiscalizar al máximo representante del PSOE, no ya por las formas ilegítimas en las que del 11 al 14-M incurrió su partido, con él a la cabeza, sino también por las actuaciones de muchos de sus miembros que fueron todavía mucho más allá. La Justicia dirá si alguno de ellos llevó la inmoralidad al terreno de la ilegalidad electoral, pero ZP debe aclarar su postura ante unas actuaciones que reventaron la jornada de reflexión y que pueden ser sancionadas como constitutivas de delito.
 
Finalmente, también es exigible que Zapatero responda a las muchas incógnitas que, gracias fundamentalmente a la labor de investigación de El Mundo, están encima de la mesa. Mientras no se responda a ellas, no será sostenible que ZP siga alegando que “los hechos del 11-M están muy claros”. Menos aun, que ponga punto y final a esta comisión de investigación.
 

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