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Amando de Miguel

Saber latín

José Pérez Gállego, viejo amigo y sagaz articulista, me envía una larga lista (17 páginas) de latinismos con sus significados. Me va a resultar utilísima. De todas formas, me atrevo a hacerle una pequeña anotación. Por ejemplo, don José dice que versus (vs) es "expresión usada en el lenguaje jurídico anglosajón. Significa contra". Será en inglés, y cada vez más en castellano, pero en latín quiere decir "hacia". Simplemente, el lenguaje forense anglicano deformó ese significado y así lo hemos importado. Por lo demás, alabo la curiosidad y buen gusto de don Pepe Pérez Gállego.
 
Pablo García-Pando Aguado se inquieta por "la transformación de las voces que provienen del uso diario del lenguaje". Pone el ejemplo del verbo "decomisar" (confiscar en la Aduana) y el sustantivo "decomiso". En su opinión deberían ser "comisar" y "comiso". El origen está claro: en latín commissum es confiscación. Lo lógico es que se dijera "comisar" y "comiso", y así efectivamente se dijo en su día. El Diccionario de Autoridades, de principios del siglo XVIII, define comisso (con dos eses), como "pena de perdimiento de alguna cosa que se trafica, vende o comercia contra las leyes o en contravención de los contratos ajustados". Admirable. En los diccionarios de fines del siglo XIX (por ejemplo, el Barcia) se emplea "comiso" o "decomiso", preferentemente la primera forma. Un siglo después, ya nadie dice "comiso". La versión más larga, "decomiso", ha acabado prevaleciendo. ¿Por qué? Bueno, las lenguas vivas evolucionan. Se impone ese prefijo "de" porque es muy expresivo de la acción de mover alguna cosa de donde estaba. Un ejemplo reciente podría ser el verbo "descambiar", mucho más expresivo que "cambiar" para el acto de devolver una mercancía, al comerciante para adquirir otra en su lugar o el dinero equivalente. La verdad de las palabras no está solo en su mayor proximidad al étimo. En resumen, con los diccionarios actuales en la mano se dice tanto "comiso" como "decomiso", pero la segunda versión tiene mucha más fuerza.
 
Comitem (un filólogo sin mayor identificación) me explica con elegancia y conocimiento la cuestión de por qué se dice bendecido y no bendicho. En todo caso, dice nuestro filólogo oculto, podría haber sido biendicho. Y añade: la doble "e" de benedictum corresponde a vocales débiles; por eso cae la primera y la segunda tendría que ser "ie". En cambio, en el caso de predicho (de praedictum), al ser una "e" larga, no se forma "prie". Excelente lección. De mayor voy a estudiar Filología, como Ibarra (el extremeño) o Carod Rovira (el catalán).
 
Por si fuera poco, Alberto Arnaiz Liesa me comenta que en Huesca hay familias (o "casas") con el apellido de Bendicho. Añade: "Cabe también que provenga de algún elocuente antepasado, al que se le solía decir bien dicho al acabar su parlamento".
 
Juan A. Esténez Sola (filólogo, Huelva) me echa un jarro filosófico de agua fría al aducir que la famosa sentencia de Guillermo de Occam (entia non sunt multiplicanda, etc.) no es del franciscano inglés, sino de la escolástica posterior. Lo que sí parece –según mi culto comunicante– es que don Guillermo tenía la idea de que no debemos complicar innecesariamente los razonamientos. Para mí sigue siendo ese principio el fundamento de la ciencia moderna. Ya de paso, don Juan se irrita con el uso de "complicidad" como algo parecido a buena inteligencia amorosa. Estoy con él. Ninguno de los dos somos cómplices de nada.

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