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José García Domínguez

La Comisión, última víctima

debe entender que a tantos nos resulte inverosímil que todos los familiares de los 192 muertos y los 1.500 heridos participen de su apoyo al propósito gubernamental de liquidar la Comisión

"¿He estado bien?", fueron las primeras palabras que pronunció doña Pilar Manjón, tras concluir su discurso ante la Comisión y volver a reunirse con sus acompañantes. Qué le respondieron entonces, lo ignoramos. Pero lo que sí sabe cualquiera que no abdique de recurrir a la razón para entender la realidad es cuál sería la réplica más mesurada a su inquietud. Porque, únicamente, cabía responder: "Pues, mire usted, depende de quién la escuchara". Así, algunos de los que compartimos su afán por descubrir a los verdaderos inductores de ese crimen político, hubiéramos respondido: "Usted ha reclamado que se clausure la gran caja de resonancia que, de momento, impide que se entierre en el olvido el 11-M. Involuntariamente, ha provocado el clima de emotividad irracional en la opinión pública que facilitará que eso suceda sin generar una reacción de escándalo e indignación cívica. Ha persuadido a esa misma opinión pública de que la institución depositaria de la soberanía nacional no está legitimada para investigar un atentado dirigido precisamente a torcer la voluntad de la nación soberana. Ha dicho que el anterior Gobierno detentaba el poder, lo que, como bien sabe quien redactó su intervención, significa que lo retuvo ilegalmente. Y, sobre todo, ha obviado el cúmulo de indicios –sólo descubiertos gracias a que existe la Comisión– que se revelan contrarios al prejuicio que usted sostiene, tanto sobre las causas como sobre los autores del atentado".
 
En esa misma línea de pensamiento, algunos de ésos que no participamos de ningún a priori sobre quién movió realmente a los súbditos marroquíes que, junto a dos ciudadanos españoles, provocaron la masacre de Atocha, nos pronunciaríamos en términos próximos a éstos: " La incuestionable autoridad moral que le otorga a usted la dramática circunstancia que está padeciendo no se puede hacer extensiva a los juicios exclusivamente políticos que emitió en su comparecencia. Admitido eso, debe entender que a tantos nos resulte inverosímil que todos los familiares de los 192 muertos y los 1.500 heridos participen de su apoyo al propósito gubernamental de liquidar la Comisión. Que la sede de la soberanía nacional resulte foro inadecuado para ayudar a establecer la verdad, lo desmiente el impacto que su propia participación ha causado en la sociedad. Y que el resto de los familiares que usted representó coincidan en que se debe cerrar la posibilidad de que declaren allí los asturianos y marroquíes que participaron en el crimen, lo desmiente el mero sentido común; ése que descarta que el deseo del ochenta por ciento de los españoles –los que se manifestaron en las encuestas por la continuidad de los trabajos de la Comisión– no sea compartido por un porcentaje significativo de los más directamente afectados en el drama."
 
¿Estuvo bien? Con todo respeto, no.

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