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Martín Krause

Sostenibilidad fiscal

Muchos países han aprendido lo que es la sostenibilidad fiscal en forma cruda y brutal: cayendo en la moratoria de sus deudas, en la hiperinflación y en profundas recesiones. El nuevo término se relaciona con un evento que tiene una larga historia: la bancarrota o quiebra fiscal de un estado, de los que se encuentran numerosos casos en la historia.
 
El nuevo término se refiere, sin embargo, no al hecho de la quiebra fiscal en sí sino al camino que lleva a la misma. Esto es, se trata de una evaluación acerca de si un país está siguiendo un rumbo que le permitirá mantenerse a flote o, por el contrario, va por uno que lo lleva al colpaso. Más precisamente suele decirse que el camino no es sostenible cuando la relación entre deuda y PIB alcanza un valor elevado, pero como no resulta claro cuál es el nivel, se considera que existe un problema cuando los ingresos fiscales no alcanzan para financiar los costes de nuevas emisiones de deuda. Esta capacidad tiene un límite, por supuesto, pero resulta difícil precisar cuál es, ya que varía en cada caso.
 
Pero ningún país está exento y si bien las últimas bancarrotas fiscales han ocurrido en países en desarrollo, Antonio Afonso, economista del Banco Central Europeo, plantea la situación dramática que enfrenta ese continente. Desde comienzos de los años 70 hasta fines de los años 90, la relación deuda/PIB aumentó en la mayoría de los países europeos, pasando del 37,9 por ciento al 110,6 por ciento en el caso de Italia; o del 12 por ciento en 1970 al 60 por ciento en 1997 en Alemania. Según datos de la Comisión Europea, en 2003 tres países tenían una relación deuda/PIB superior al 100 por cien (Italia, Bélgica y Grecia) y otros tres superaban el 60 por ciento (Alemania, Austria y Francia).
 
Por supuesto que la sostenibilidad fiscal depende de la capacidad de esos países de seguir obteniendo financiamiento y hasta el momento lo han conseguido pero, ¿cuánto tiempo más podrán hacerlo? A comienzos del siglo XXI se observa una pequeña mejora a medida que los países se ven obligados a cumplir con las limitaciones del Tratado de Mastrique, pero el caso más notable no es fruto de ese acuerdo sino de sus propias reformas: Irlanda, pasó de ser un país de alto endeudamiento al que presenta el menor nivel.
 
El crecimiento de la deuda se explica por una tendencia similar del gasto público, pues en todos los países éste ha crecido a una velocidad mayor que los ingresos fiscales. Por ejemplo, por cada punto porcentual del PIB de crecimiento del gasto público en Holanda y Alemania, los ingresos fiscales han crecido 0,634 y 0,521 puntos porcentuales respectivamente.
 
Según Afonso, a pesar de que los índices deuda/PIB mostraron signos de estabilizarse hacia fines de los años 90, los gobiernos de la Comunidad Europea enfrentan problemas de sostenibilidad fiscal. Los que muestran menos riesgo son Alemania, Holanda, Finlandia, Austria y el Reino Unido. En algún momento las políticas de los otros van a tener que cambiar. Esta perspectiva es más preocupante aún si se toman en cuenta las futuras obligaciones fiscales, en particular las que surgen de los sistemas estatales de seguridad social. El envejecimiento de la población conducirá a un crecimiento del gasto en pensiones entre 3 y 5 puntos del PIB.
 
Si tomamos esto en cuenta, aún los países más sólidos van a sentir crujir sus estructuras.
 
© AIPE
 
Martín Krause es Rector de la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (ESEADE)

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