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Amando de Miguel

El inglés ubicuo

Copio un apasionado párrafo del correo que me envía José Luis Germán: "El Sr. Rato por aquello de que está en el FMI cree que ya puede traducir directamente al español el argot económico de dicha entidad y para hacernos creer que domina el inglés, (cosa que dudo, pues, si así fuera, no lo traduciría directamente con manifiesta vagancia mental) nos comenta que las conclusiones del FMI sobre la economía española son robustas". Don José insiste, enfadado, en que habría que decir "razones sólidas", no robustas.
 
Bien, seguramente lo de "razones robustas" tenga un tufillo anglicano, pero no resulta desagradable. A fin de cuentas, robustus es latín y equivale a robusto, fuerte, firme, vigoroso, duro, macizo, sólido. Robustus cibus es tanto como deicr "una comida nutritiva, sólida, de mucho fundamento". En el Quijote se utiliza varias veces lo de "las robustas encinas". Después de lo cual no hiere al oído decir "las robustas razones".
 
Don José Luis me propone que digamos curroadicto para traducir el workaholic de la jerga norteamericana. Da no sé qué formar neologismos con palabras tan vulgares como "curro", que, además tiene un sentido despreciativo. Mejor sería ergópata o ergómano, del griego ergon = trabajo, fuerza. Reconozco avergonzado que yo soy un espécimen de ese tipo.
 
Paula Camejo Texeira (Lanzarote, Las Palmas) ha leído mi comentario de que snob no procede de la locución sine nobilitate. Le gustaría saber cuál es el verdadero origen de esa palabra inglesa, que para nosotros es esnob por la dificultad de pronunciar la ese líquida. En inglés tradicional y dialectal un snob es una persona del común, un zapatero, una persona vulgar que se las da de relamido. La historia de que a los nombres de los estudiantes pobres de Oxford se les ponía la apostilla infamante de sine nobilitate no parece muy verosímil. En todo caso, era un arreglo pedante para no llamar directamente snobs a esos estudiantes de baja condición o de medio pelo. Esa voz es usual en varios idiomas nórdicos. Originariamente se refiere al tocón, lo que queda del tronco del árbol después de cortado. Es evidente lo poco airosa que resulta esa forma. El snob inglés se parece un poco al madrileño hortera, que en principio era solo el dependiente de una tienda de tejidos. El roce con una clientela distinguida hacía que el hortera hablara, se vistiera y se comportara de modo afectado, pretencioso. Hoy solo queda ese sentido despectivo.
 
José Manuel Fernández (Pontevedra), antiguo residente en México, me comunica que en ese país se hace un gran esfuerzo por conservar algunas voces castizas para que no se contaminen con el inglés. Por ejemplo, maestría que sustituye con ventaja a nuestro horrísono máster, o mercadotecnia en lugar del impronunciable márketing. Añade también que a veces se produce el inevitable contagio. Así, birra (cerveza) o troca (camioneta o truck). Mi opinión es que ambos modos de reaccionar frente al inglés me parecen comprensibles.
 
Don José Manuel da otra versión del juego de tirar piedras planas al agua para que reboten. Los chamacos mexicanos llaman a esa acción hacer patitos. También me plantea la traducción de workshop. "Este término lo solemos emplear cuando hablamos de un equipo de personas que se reúnen para tratar un proyecto o asunto creativo". Don José Manuel tiene dudas al traducir workshop por "taller" o "seminario". Literalmente es la "tienda donde se trabaja". "Taller" procede del francés (atelier). "Seminario" es tanto como decir "semillero" de ideas o proyectos. El workshop de muchos congresos, reuniones o programas de estudios suele tener un contenido práctico, participativo, creativo. Sería ideal la palabra obrador, hoy en desuso, fuera del gremio de panadería. Lo utilizan también los alfareros castizos. Dice el Diccionario de Autoridades (el primero que compuso la Real Academia) que obrador es "la oficina o taller donde se ejecutan y hacen obras de manos, como de carpintería y otras semejantes". No estaría mal que se recurriera a ese término para traducir el impronunciable workshop de los trabajos intelectuales.
 
José Luis Fernández Piñeiro contradice un argumento mío sobre lo inapropiado de la expresión "zona cero". Don José Luis arguye que "la expresión es clara. Zona cero hace referencia al centro de la zona mencionada… aquella parte de la zona en cuestión que está a cero metros del centro… Me parece una expresión correcta; rebuscada, probablemente, pero correcta". Redarguyo. Si se trata de un radio de cero unidades, estamos ante un punto. Es decir, no tiene masa (espacio), por lo que difícilmente se puede hablar de zona. Reitero que estamos ante un abuso del "cero", que es la ausencia de cualquier cifra.

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