Recibo un sinnúmero de cordiales mensajes navideños con el comentario de que me siguen, me leen. Espero que los alumnos sean así de fieles. Nada me satisface tanto como ese “seguimiento” a través de las ondas de radio o de las páginas impresas o virtuales. Beatriz Lucio López, que está leyendo mi librito Sobre gustos y sabores, inquiere más datos sobre las novelas policíacas que he escrito. Por ahora son solo un divertimento para solaz mío, pero estoy en tratos de publicar un par de ellas y de escribir otra más. Puede que me ocurra lo que ha pasado con algún cuento que ya he dado a la imprenta. Puesto que lo mío es propiamente realismo sociológico, algunos lectores de esos cuentos me preguntan si lo que narro en ellos verdaderamente me ha sucedido a mí. Puede que haya briznas de experiencias propias, pero los cuentos y las novelas son producto de mi imaginación, la loca de la casa. Aun así, al preferir para mis narraciones la primera persona, es posible que sea inevitable el contagio del “realismo sociológico”. Es más, puede que ese sea mi estilo narrativo sin yo pretenderlo. Otro que escribe en prosa sin saberlo.
Fernando Herreros Salcedo (Madrid) advierte que en un artículo reciente puse “adiós” sin tilde. Vaya por Dios. No lo he hecho a propósito, como sospecha mi puntilloso corresponsal, sino que se trata de un evidente error. Puesto que “Dios” no lleva tilde, es fácil que se deslice el “adiós” sin esa vírgula. Gracias por la corrección. José Manuel Álvarez me señala otro desaliño. En lugar de peccata minuta (pecadillos), yo escribí pecata minuta. Me pasé al castellanizar el latinajo, puesto que la doble c no existe en castellano. No lo haré más.
Concepción Cabrillana insiste sobre el mismo error de peccata minuta. Dice que otro día hablaremos sobre “la pérdida de una de las c”. Me gustaría saber su opinión sobre esa cuestión de las ces. Me intriga. Teodoro Barrioso vuelve a la carga: “No [son] tan minutos esos pecados en quien tiene cátedra electrónica de lingüista”. Me hace gracia la expresión, pero en ningún momento he pensado en sentar cátedra de Lingüística. Esto es un entretenimiento sobre los errores y erratas que todos cometemos.
Aprovecho para reconocer de forma genérica los muchos emilios que me han llegado estas Navidades deseándome toda suerte de parabienes. Nunca había recibido tantas felicitaciones. Es imposible citar a todos. Lo que no acabo de comprender es por qué algunos pierden el tiempo en enviarme insultos. Bueno, voy a citar una muestra. Escribe Óscar Prats: “Un PP dirigido por gente que piensa como ustedes [los de LD] hay que arrinconarlo, sin ningún tipo de complejos, machaconamente, y que se vean absolutamente solos, como la lepra, como ya está sucediendo. [Es] lo que ustedes llaman el invierno periodístico, y acaba de empezar”. Bueno, yo personalmente no pienso siempre igual a lo que dicen o hacen los dirigentes del PP, aunque sea el partido que ahora voto. Por ejemplo, considero que el Gobierno no debe recurrir el llamado “plan Ibarreche”. Simplemente, debe hacer que se procese al tal Ibarreche por criminal. Supongo que sigue existiendo el delito de alta traición. Otra cosa es que el País Vasco llegue a ser independiente, si es algo que decidimos la mayoría de los españoles, pero será de acuerdo con las leyes. Bueno, es una opinión como otra cualquiera, pero no por eso hay que llegar al odio. ¿Habrá muchos catalanes como el malparido de Óscar Prats?