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La libertad y la izquierda

Puede parecer una paradoja, pero la libertad ya no es la bandera de la izquierda, si es que lo fue un día más allá de la retórica, sólo se queda con el poder

La izquierda y sobre todo la izquierda española se ha vuelto definitivamente reaccionaria. Por un lado, abandona la promoción de los valores que un día la inspiraron, el avance de la libertad y la democracia. En el plano doméstico eso se plasma en cuestiones tan abyectas como llevar al Congreso para su debate un plan de secesión del País Vasco que el propio gobierno considera al margen de la constitución y de la legalidad vigente. En el plano internacional, el abrazo permanente que este gobierno socialista estila con dictadores como Castro y Chávez, así como los guiños que hace hacia los comunistas de China y los ayatolás iraníes.
 
Puede parecer una paradoja, pero la libertad ya no es la bandera de la izquierda, si es que lo fue un día más allá de la retórica, sólo se queda con el poder. Se ha convertido a la escuela realista según la cual la preservación y el aumento del poder es lo más importante, sólo que en lugar de aplicarlo a la nación se aplica a su partido.
 
Afortunadamente, la libertad ha encontrado una nación poderosa que pueda promoverla y extenderla en el mundo. Tal vez sea la primera vez que la defensa de la democracia encuentra su hogar en la potencia hegemónica del sistema mundial, los Estados Unidos. El discurso de George W. Bush durante la ceremonia de inauguración de su segundo mandato no puede ser más inequívoco: defensa y promoción de la libertad y la democracia frente a los autócratas y dictadores del mundo. El apoyo a todos cuantos luchen por un futuro en libertad, el respeto a los derechos humanos desde la extensión de sistemas democráticos; y una mayor seguridad a través de una paz democrática más amplia. Estados Unidos como foco de difusión de los valores auténticamente liberales y en defensa de la dignidad humana.
 
De ahí el segundo elemento reaccionario de la izquierda: su odio a América y a Bush le impide ver la fuerza positiva que representa esta nación con este presidente. Más curioso en el caso español ya que desde las filas del socialismo siempre se ha criticado a los Estados Unidos por no hacer nada por acabar con Franco. Todo lo contrario, se les culpa de haber sellado con el general unos acuerdos defensivos que le sirvieron de carta de presentación internacional. Y todo por un juego de intereses globales que supeditaban los valores de la libertad en España.
 
Y, sin embargo, ahora que los dirigentes americanos cambian de visión y consideran que uno de sus intereses vitales es afianzar y expandir la libertad en el mundo, porque esa es la mejor salida a la crisis existencial a la que nos ha llevado el realismo en las relaciones internacionales, la izquierda sigue criticando a América y poniéndole todo tipo de obstáculo para hacerla fracasar en su misión. Y para dejarlo bien claro se abraza a sus contrarios, los Castro y Chávez del mundo, dictadores que juegan con el futuro se su país y con la vida de sus ciudadanos a su antojo y capricho.
 
El momento de la libertad ha llegado. Y hay líderes y países dispuestos a luchas por ella. Lástima que no sean los nuestros.

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos

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