Salvo que el PSOE haya preparado una redición de la técnica de las “miguitas de Pulgarcito” en el 11-M, cuando orientó al PP hacia la autoría etarra para luego forzar las apariencias de un atentado exclusivamente musulmán, es posible que la famosa agresión a Bono en la manifestación de la AVT acabe por ser una campaña de autobombo victimista del propio Bono o una mentira como una catedral, digo como una logia. No sabemos si la barra de hierro que supuestamente sirvió para agredir a Bono será otra de las famosas exclusivas de la SER, como los terroristas suicidas o la investigación de la CNMV contra el presidente del BBVA. No sabemos si el solemne aviso del Delegado del Gobierno en Madrid anunciando la detención con nombres y apellidos de los agresores de Bono se debe a que tiene ocultos en la nevera a los supuestos agresores o si primero han decidido que les conviene que haya crimen y luego se han puesto a buscar al criminal en el PP, aunque la presunta víctima esté más fresca que una lechuga. Para frescos, el PSOE.
Con la cautela de quien trata con acreditados mentirosos profesionales, en quienes la sorpresa es parte de su tarea de engañar, lo único que sabemos es que en el mejor estilo soviético o de las checas de Madrid cuando gobernaba el PSOE se ha detenido a militantes del PP sin mandamiento judicial, sin pruebas que avalen su participación en la supuesta agresión y, después de varias horas de interrogatorio, han sido “puestos en libertad” según la terminología seradicta, cuando no han estado detenidos sino retenidos y no nos extrañaría que al final hayan podido ser simplemente secuestrados por la policía del Ministerio del Interior. Hasta ahora, insistimos, no hay una sola prueba de la agresión física a Bono, salvo la palabra del demagogo manchego. Pero las declaraciones de los testigos situados a escasos metros del incidente –véase el artículo del insigne arabista y colaborador de LD Serafín Fanjul y los testimonios presenciales recogidos por la COPE- van todos en la misma dirección: hubo críticas, insultos y descalificaciones, pero no esa agresión por la que Rubalcaba, esa trola hecha hombre, ha pedido explicaciones al PP.