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Juan Manuel Rodríguez

Ronaldo no está para muchos Chantillys

La actitud más sensata por parte del Real Madrid -que jalea a su goleador número uno para que monte el mayor número de fiestas (horteras) posibles, sumándose incluso a ellas llegado el caso- sería darle un serio toque de atención

He de confesar que no soy un admirador de las estadísticas, y mucho menos aplicadas al mundillo del fútbol. ¿Acaso podría reflejar jamás una estadística el gesto de Raúl González cuando, al sonar el himno nacional de España, dirige su mirada al cielo?... ¿Cómo se valora eso?... Sin embargo, las estadísticas sí pueden marcar una tendencia, y los clubes tienen que ser capaces de leerla correctamente. Tomemos como ejemplo el caso Ronaldo. Si algo queda estadísticamente claro en el caso del delantero centro titular del Real Madrid (pondré algún ejemplo a continuación) es que su contribución al equipo es descendente. Queda claro que, si el club hubiera hecho una lectura inteligente de esa estadística, Ronaldo no habría viajado a París. Porque Ronaldo no está para demasiados Chantillys.
 
El brasileño llegó tarde el martes, y el miércoles no entrenó al tener problemas en un pie. ¿Qué le pasará el sábado? Tomemos como ejemplo a Michael Owen. Únicamente ha disputado 907 minutos en toda la Liga, pero ha sido capaz de marcar ocho goles. Ronaldo, sin embargo, ha jugado casi el doble de minutos que Owen (1636), pero sólo ha sido capaz de marcar once, tres más que el pequeño diablo inglés. Y Owen no ha alzado la voz ni una sola vez. A mí me parece que, con esos datos sobre la mesa, la actitud más sensata por parte del club -que jalea a su goleador número uno para que monte el mayor número de fiestas (horteras) posibles, sumándose incluso a ellas llegado el caso- sería darle un serio toque de atención.
 
Si yo fuera Arrigo Sacchi habría impedido al precio que fuera el viajecito de Ronaldo a Chantilly. No está el horno del brasileño para muchos chateaus. Si yo fuera Sacchi habría convencido a Ronaldo para que se recluyera en el monasterio de San Pedro de Roda y le habría instalado un gimnasio en el sótano para él solito, o le habría llevado a la iglesia fortificada de San Juan de Puertomarín. La jarana no influía negativamente en el juego de Romario, más bien todo lo contrario. Pero está claro que ése no es precisamente el caso de Ronaldo. A él sí le afecta, y mucho. Y, por extensión, le afecta al club que le paga millonariamente. Llegó la hora de aparcar la conga de Jalisco.

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