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Juan Manuel Rodríguez

Mourinho como Shankly, Helenio Herrera y "J.B."

Está claro que, antes de aterrizar en el aeropuerto de El Prat, Mourinho ya estaba pensando en el partido de vuelta en Stamford Bridge. De ahí sus provocaciones, insinuaciones y piques dialécticos

El portugués José Mourinho, "Mou" para sus amigos, es un fiel seguidor de esa escuela de entrenadores parlanchines, fanfarrones y provocadores que inauguraron Helenio Herrera, Bill Shankly o, mucho más recientemente, John Toshack, Luis Fernández y, en nuestra Liga, Javier Clemente. Por España ha vuelto a pasar Mourinho, un hombre capaz de dar chulescamente la alineación inicial de Fran Rijkaard o de, por ejemplo, hacer unas declaraciones para la prensa inglesa y otras bien distintas para la prensa española. Mourinho, hijo de un ex portero y defensa más bien mediocre, se retiró a los diecinueve años cuando, a puntito de sustituir a un compañero cuando militaba en el Río Ave, el presidente del club amenazó a su padre con echarles a los dos a la calle si finalmente le sacaba al campo. Entonces colgó las botas y se dedicó a entrenar.

Ya he dicho que no fui justo en su día con José Mourinho. El portugués se enzarzó el martes con un periodista (Fabián Ortíz, del diario As) a propósito de lo mucho que había cambiado su vida desde que acompañó a Bobby Robson en el banquillo azulgrana y lo poco que lo había hecho la del informador en cuestión. Y tiene razón. Sucede que Mourinho llegó a Barcelona como traductor del inglés, pero traducía más bien poco y se fijaba mucho, lo cual empezó a provocar que surgieran rumores en la Ciudad Condal... ¿Qué hacía Mourinho? ¿Era el chófer de Robson? ¿Un amiguete? ¿Un coleguilla?... Esa herida no ha cicatrizado, y ahora que tiene oportunidad quiere  hacérselas pasar canutas al Fútbol Club Barcelona.

No me cae mal Mourinho, y además creo que es un buen entrenador. Tampoco me caían mal el bon vivant galés John Toshack o Clemente, aunque me parezcan peores entrenadores. Y, de haberme tocado ejercer como periodista deportivo cuando entrenaba "H.H.", estoy convencido de que me habría reído mucho con él. Estos entrenadores son muy divertidos y le dan vidilla a un circo de declaraciones alarmantemente planas en las que la gente tiene miedo a decir algo inconveniente. Lo que está claro es que, antes de aterrizar en el aeropuerto de El Prat, Mourinho ya estaba pensando en el partido de vuelta en Stamford Bridge. De ahí sus provocaciones, insinuaciones y piques dialécticos. Desde luego el miércoles hubo mucha diferencia entre lo que que exhibió verbalmente Mourinho antes del partido y el juego que luego
exhibió el Chelsea. Lo normal, naturalmente, en estos casos.

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