Lavandera avisó a la Guardia Civil, y no le hicieron caso. Zohuier avisó a la Guardia Civil, y no le hicieron caso. Campillo avisó a la Guardia Civil, y no le hicieron caso. Toro avisó a la Guardia Civil, y no le hicieron caso. El Nayo avisó a la Guardia Civil, y no le hicieron caso. La Guardia Civil avisó a la Guardia Civil, y tampoco le hicieron caso. Es exactamente como en Z, aquella película de Costa Gavras sobre el golpe de los coroneles en Grecia, pero al revés. Y es que en el guión español, no hay un solo protagonista, por muy secundario que se antoje, que no esconda un criadero de culebras en el jardín del piso franco y otro en el hórreo de la aldea.
Además de ésa, hay otra aportación en el libreto cantábrico que resalta Nayo en su confesión. Así, revela el fugitivo ilocalizable ante su chofer, su guardaespaldas, su entrevistador, su fotógrafo y su sentido común: "Emilio es zote del todo". Ahí, en el cuidado repertorio de zotes, es donde se quiere diferenciar el remake asturiano del original heleno. Porque esa distorsión grotesca esconde el auténtico valor añadido de la semana interminable de cine negro de Avilés que nos programan en sesión golfa. Sí, todo el secreto de esa joya de la serie "B" reside ahí, en haberse inspirado en Paco Martínez Soria para el papel de Yves Montand. Porque, tras la entrevista de El Mundo, alguien en el Comité de Sabios de la Fiscalía General del Estado se debería dar por aludido. Aunque únicamente fuera al constatar que ni El Nayo, un simple figurante, entiende lo de Conde Pumpido: eso de negarse a entrar en el armario empotrado de Toro, el escondite los doscientos kilos de Goma 2 para la ETA.