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Encarna Jiménez

Basura generosa

Dar un poco de pena forma parte del espectáculo de la telebasura, reconocer que se va por el dinero puede ser incluso rentable porque aparece el lado benéfico, casi caritativo, de los programas del corazón

Hubo un tiempo en el que los invitados a participar en programas del corazón evitaban hablar de lo que cobraban por someterse a las preguntas de los periodistas especializados. En la madre de este género, "Tómbola", sólo cuando había algún número escandaloso se filtraba en crónicas escritas el dinero que habían percibido los famosos por ser interrogados o soportar un vapuleo público.

Pasado el tiempo, "Salsa rosa" ha inaugurado un nuevo estilo en el que los invitados dan las gracias a la cadena o, simplemente, reconocen, en vivo y en directo, que están allí por dinero. El programa de Telecinco lleva una temporada en la que casi se presenta como una ONG de todos los juguetes rotos del mundo del espectáculo en España, además de ayudar a salir de aprietos económicos a famosillos de escaso nombre.

Como las reglas del juego están cambiando, a veces no encaja la agresividad inquisidora de las Lidias Lozano de turno con el sincero reconocimiento de los que han ido allí para ganarse unos duros y tapar agujeros, pero ya se va abriendo paso el integrar esta nueva manera de partir de una realidad transparente: que estamos ante una representación mejor o peor hilada de testimonios personales escabrosos. Es evidente que el mundo rosa es un entramado en el que la base es el dinero que, eso sí, lo mismo da de comer al malvado que al desgraciado, siempre que con su carne le salgan unas buenas albóndigas.

Este fin de semana fue Bárbara Rey la que reconoció que, si no fuera por las ofertas de "Salsa rosa" o similares no saldrían adelante. Ya podíamos imaginar que las entrevistas a Ángel Cristo, en plan lloroso, y superbárbara, muy bien conservada, les han permitido llegar a fin de mes. Tampoco le ha venido mal a Karina, tan sensible y trabajadora.

Pero no todo son viejas glorias. Recientemente, una chica nerviosísima que había sido novia de Fidel Albiac, ante la insistencia de una periodista que quería que le dijera por qué hasta ahora no había dicho públicamente que la actual pareja de Rociíto es un gandul que vive a costa de las mujeres dijo simplemente: "porque ahora necesito dinero". Esta respuesta dejó algo descolocada a la periodista, pero tardaron poco tiempo sus compañeros en salir al quite y volver a la dinámica del corro acosador.

En los "reality" está ocurriendo algo similar. Gran Hermano VIP o "Aventura en África" se montan a partir de personajes descartados en vez de seguir las reglas del juego de anónimos concursantes, y los aguantan mientras puedan serles rentables. A muchos de ellos les viene muy bien cobrar y hacerse visibles, pero no dejan de ser carne de cañón que se pone a tiro a ver lo que aguanta sin pudrirse.

Dar un poco de pena forma parte del espectáculo de la telebasura, reconocer que se va por el dinero puede ser incluso rentable porque aparece el lado benéfico, casi caritativo, de los programas del corazón, pero todos sabemos que a los que más se paga es a los verdaderamente malos, no a los desdichados.

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