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Agapito Maestre

El Carmelo, Maragall y ZP

Estos partidos habrían hecho un pacto de silencio, junto con los medios de comunicación, para crear una imagen, a veces un "discurso" casposo vestido con ropajes posmodernos, para ocultar la realidad

La fosa séptica de la política catalana ya tiene su cantidad: 3 por ciento. Cuando oigamos hablar de las comisiones del 3 por ciento, que se llevaban los de CiU por todas las obras realizadas en Cataluña, el resto de los españoles ya sabremos dónde van a parar nuestros impuestos. La declaración de Maragall, más elaborada de lo que algunos ingenuos creen, es de tal maldad que no sólo ha querido salvarse él, sino que ha querido tapar definitivamente la maldad de todos los nacionalismos, incluido el suyo, sobre Cataluña en general, y el barrio del Carmelo en particular. Maragall ha querido eliminar con un golpe "institucional" el grito ciudadano de los vecinos del Carmelo: "Por favor, no nos abandonen".

He ahí el grito de dolor que ha generado el nacionalismo catalán en su doble versión. El nacionalismo de Pujol, ese hombre que dejó sin alma poética a Cataluña, sin España, redujo la política a una pobre argumentación victimista de carácter provinciano. El nacionalismo de Maragall, aún más perverso que el anterior, pues no sólo se esconden en la bandera de Cataluña sino en la de los trabajadores, echa la culpa de lo sucedido al Gobierno anterior. Maragall ha querido dar un paso adelante, un paso totalitario, porque sabía que las víctimas del Carmelo eran muy peligrosas. Por eso, no sólo quería desviar una vez más el foco de lo sucedido en el Carmelo hacia otro sitio, la torre Windsor o Madrid, sino que tenía que masacrar cualquier atisbo de dolor de las víctimas. Antes que asumir la grave irresponsabilidad política de Maragall, dimitir y convocar elecciones, mejor es que todo el mundo hable de la gran corrupción instalada en Cataluña. Frente a lo concreto, como ha hecho siempre el "cosmopolitismo" totalitario de los gobiernos corruptos, hay que esgrimir la "corrupción universal".

Sospecho, sin embargo, que ha conseguido todo lo contrario de lo que pretendía. España entera es consciente de la corrupción instalada en Cataluña por obra de CiU, PSC y los separatistas. Estos partidos habrían hecho un pacto de silencio, junto con los medios de comunicación, para crear una imagen, a veces un "discurso" casposo vestido con ropajes posmodernos, para ocultar la realidad. Que no es otra que la Cataluña oficial, de políticos, sindicalistas y medios de comunicación, que ha vivido de espaldas a la Cataluña real, llena de españoles trabajadores, demócratas y ciudadanos. Todo el mundo sabía la corrupción instalada en Cataluña, pero nadie podía sospechar que su presidente lo dijera para borrar la realidad. ¿Qué sentido tenía esta declaración? Seguir negando Cataluña: el Carmelo. O sea, la persecución de todos los ciudadanos que no sean nacionalistas, que no hablen catalán y que voten al PP. Ya dije aquí, hace dos semanas, que Maragall tenía miedo de ir al Carmelo y, sobre todo, de oír que el nacionalismo no maltrata a España fuera de Cataluña, sino fundamentalmente en Cataluña. Tenía miedo de oír, y sobre todo de ver en directo, que Cataluña es España. Es el pozo negro de la política española. Lo grave es que de esa cloaca depende el Gobierno de Rodríguez Zapatero.

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