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Cristina Losada

A la caza de la ultraespecie

Ya se sabe: si ETA, en lugar de socialista nacionalista, fuera nacionalsocialista, nadie hubiera pedido jamás “diálogo”. Ni Gemma Nierga

Tras anunciar Narbona que el calentamiento del planeta nos iba a llenar el país de especies invasoras, algún naturalista aficionado se había frotado las manos ante la perspectiva. Pero fue anunciar aquello y enfriarse el clima de forma espeluznante e inoportuna. Los émulos de Gerald Durrell no podrán nutrir sus colecciones de especimenes raros. A menos que dediquen sus esfuerzos a otra especie, ésta algo más humana, que según los colegas de la ministra, nos está infestando, haga frío o calor. Es la especia ultra, los fachas, la extrema derecha, vamos, que igual te la encuentras votando “no” al eurotocho, que administrando el 3 por ciento en Madrid, que de manifa con las víctimas desafectas a Peces-Barba, que copando espacios en Internet, que interponiendo recursos ante los tribunales.
 
Desde que Orson Welles aterrorizó a los americanos retransmitiendo por radio la invasión de los marcianos, no se recuerda una operación de instigación del pánico como ésta. A excepción de las que se lanzaron en la URSS contra los camaradas “fascistas” infiltrados en el propio PCUS, y las que aquí desarrollaron sus agentes durante la guerra civil, que liquidaron por el mismo motivo a todo un partido en Cataluña y desollaron a su dirigente. Otro facha, aquel Nin.
 
Si el socialismo español se hubiera formado en la tradición socialdemócrata europea, recordaría que la socialdemocracia alemana fue tachada de socialfascista por los comunistas en los años veinte, lo que resultó una gran contribución al ascenso de los nazis. Pero de aquella tradición, a la que pertenecieron gentes erradas, pero decentes, la cúpula del PSOE sólo guarda los yerros, y éstos, sin la calidad moral que otorga la honradez.
 
A falta de aquella en lo intelectual, estos augures de la invasión facha no querrán reconocer que, en los últimos años, los avances de la extrema derecha en países europeos han tenido lugar bajo gobiernos socialistas. Mitterrand le dio alas a Le Pen para dividir el voto de la derecha y tras Jospin, puso aquel en jaque la presidencia. En Alemania, la extrema derecha ha obtenido sus mejores resultados bajo Schröder.
 
El socialismo parece ejercer, en algunos lugares, un efecto similar al calentamiento del planeta: la especieultraengorda e invade el medio ambiente, estimulada por maquinaciones a lo Mitterrand o políticas incompetentes a lo Schröder. De momento, en España, intentan llenar los cotos de caza de una especie más imaginaria que real. Quién sabe si a fuerza de conjuros, la invención puede ir cobrando cuerpo. La otra especieultra, la de izquierdas, no les preocupa. Por eso, el Fiscal General, que ahora etiqueta políticamente los recursos judiciales, desprecia el de un grupo que tilda de extrema derecha, mientras cierra los ojos a la continuidad de Batasuna en el parlamento vasco. Ya se sabe: si ETA, en lugar de socialista nacionalista, fuera nacionalsocialista, nadie hubiera pedido jamás “diálogo”. Ni Gemma Nierga.

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