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EDITORIAL

Vaguedades económicas y buenas intenciones

La verdad, sin embargo, es que los responsables económicos del gobierno no han puesto nada concreto sobre la mesa que no sea sus buenas intenciones

Con el pretencioso nombre de “Plan de Dinamización de la Economía e Impulso a la Productividad", los secretarios de Estado de Hacienda y Presupuestos, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, y de Economía, David Vergara, y el director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, Miguel Sebastián han presentado el que pretende ser “uno de los cinco pilares estratégicos" para incentivar la productividad y el empleo en nuestro país.
 
Bien está que desde el Gobierno de ZP haya personas que, al menos, muestran conciencia de los riesgos de desaceleración económica que se vislumbran en el horizonte de nuestra economía y de la necesidad inmediata de poner en práctica las reformas para hacerlas frente. La verdad, sin embargo, es que los responsables económicos del Gobierno no han puesto nada concreto sobre la mesa que no sean sus buenas intenciones. No otra cosa es decir que el objetivo del gobierno con este plan es “aumentar la productividad configurando un entorno económico que incentive la inversión privada en capital físico, humano y tecnológico y que impulse el espíritu emprendedor mientras las finanzas públicas se orientarán a la inversión productiva mejorando la eficiencia del sector y sus servicios".
 
Eso faltaba, que el gobierno pretendiera deliberadamente aumentar la productividad con un entorno económico que “desincentivara” la inversión y el espíritu emprendedor. La cuestión es qué va a hacer el gobierno para lograr lo que se propone.
 
Para empezar, no es de recibo que se presente este Plan en pro de la productividad mientras se pospone para la semana que viene la presentación pública de los “otros pilares” asociados a ella, como el de la reforma fiscal, sin los cuales, la presentación pública de este plan no es otra cosa que un acto de propaganda o una demanda de acto de fe. ¿Y qué decir del silencio respecto del mercado de trabajo? ¿Qué propuesta de reforma laboral nos ofrece este gobierno para que nos creamos que se va a tomar en serio el problema de la creciente falta de productividad? ¿Qué propuesta concreta en pro de una mayor competencia nos ofrece Miguel Ángel Fernández Ordóñez? Muchas y muy lúcidas eran las que hacía el actual secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos en su etapa docente y cuando presidía el Tribunal de Defensa de la Competencia. La verdad es que, desde que forma parte de este Gobierno, rehuye, como el resto de sus responsables económicos, la concreción y la lucidez, tal vez por el temor justificado de que ambas pongan en riesgo las alianzas con IU y ERC.
 
El propio ministro Solbes parecería haber querido enmendar esta voluntarista e inconcreta presentación de sus planes económicos haciendo personalmente algunos adelantos sobre lo que será su hipotética reforma fiscal. Sin embargo, no hemos ganado tampoco mucho en concreción, salvo la vaga disposición del vicepresidente a reducir los tramos del IRPF y una todavía más inconcreta afirmación como es la que “no se excluye” una posible reducción en el Impuesto sobre Sociedades.
 
En este sentido, que los responsables de la presentación del Plan se hayan negado a cuantificar sus objetivos, es lo de menos; peor aun es que se hayan negado a concretar las medidas con la que tratan de orientarse hacia ellos.
 
En cualquier caso, lo que si cabe destacar es la desfachatez con la que ahora se nos dice que hay que reforzar la estabilidad por parte de los responsables de un gobierno que ha invertido la tendencia hacia el equilibrio presupuestario para retomar la senda del déficit público.
 
No hay tampoco que ser muy experto para saber que es bueno el fomento de la inversión; lo que se nos debería explicar es por qué en este primer año de gobierno de Zapatero la inversión directa extranjera ha caído hasta un ochenta por ciento.
 
Bien está que se señale el parón de las reformas en la última andadura del PP, pero que se le reproche eso a los populares desde el gobierno del PSOE es como si Zapatero viniera a reprochar la cicatería de Aznar a la hora de enviar tropas a Irak. La reforma laboral abortada por el Gobierno de PP tuvo desde el primer momento la más frontal de la oposiciones por parte de un PSOE que, desde entonces, no ha abandonado la más irresponsable y radical de las demagogias.
 
En cuanto, a lo de “reorientar las finanzas públicas a la inversión productiva mejorando la eficiencia del sector y sus servicios”, este mismo martes ZP se jactaba en Francia –cuyo modelo económico no es precisamente un ejemplo a seguir– de haber subido el salario mínimo o las pensiones, lo cual –por mucho que se lo hayan permitido las arcas heredadas del gobierno del PP– no es precisamente un ejemplo de "inversión productiva" de la que sus responsables económicos nos hablan.
 
Ya sea la restricción de la libertad comercial o las nuevas regulaciones en el sector eléctrico, serían muchos los ejemplos de que una cosa es lo que los responsables económicos predican entre vaguedades, y otra muy distinta, lo que este gobierno está haciendo. Pero en fin, no con cebemos con los responsables económicos. Bastante tienen con pertenecer a un gobierno que preside ZP y que depende de Maragall, Llamazares y Carod Rovira.

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