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Isabel Durán

Ser mujer progresista

¿Piensan Las Voguenus de La Moncloa, calladitas todas con sus modeluquis de alta costura, modificar la Ley de Violencia de Género para incluir la especificidad de la maltratada Maragall?

El presidente de la Comunidad autónoma de Cataluña dice que a veces siente que a su Gobierno se le trata como a una mujer maltratada, y ni pío. La vieja vicepresidenta, al decir de Umbral, admite que ambas cosas no son comparables y se queda tan ancha. La Consejera de Bienestar Familia de la Generalidad, la directora del Instituto catalán de la mujer y la secretaria de igualdad de la Ejecutiva Socialista, a otra cosa, mariposa. Para más INRI, la Ejecutiva Federal del PSOE apoya sin fisuras a la maltratada Maragall.
 
¿Y este es el Ejecutivo paritario de la igualdad de la mujer, de la lucha contra la violencia de género, de la no discriminación? ¿Dónde se han metido las asociaciones de mujeres, las tan progresistas mujeres anti-PP? ¿A qué esperan para responder? ¿a que salgan las recogepelotas del torneo de tenis de Madrid para acusar de nuevo a Esperanza Aguirre de intolerable la utilización de la mujer? Las mujeres, sin más, sentimos bochorno. En mi caso, además de vergüenza, indignación.
 
Aflora silente la progresía feminista del Prestige, del No a la guerra y del odio a la derecha con toda su carga de simbolismo: ante la indignidad de Maragall para con las miles de mujeres que en estos momentos están angustiadas por los malos tratos, un espeso y impúdico manto de silencio. Durante los gobiernos de Felipe González se alimentó y se estructuró todo un entramado social destinado a captar los recursos procedentes de la declaración de la renta, los que no van destinados a la Iglesia católica sino a “otros fines de interés social”. Surgieron como abejas multitud de ONG que acudieron al panal de la rica miel del dinero público. El enjambre gineceo feminista sobrevivió, con el reparto de la tarta del PP. Ahora el PSOE aumenta las bicocas a sus mujeres mientras que a las asociaciones sospechosas de no pasar por su aro progresista, ni agua. Con tanto empacho andan todas las progres sesteando.
 
Pero por haber, hay hasta una Asociación para la Comisión de Malos Tratos, ¿Dónde está su presidenta, la progresista Consuelo Abril?¿Y dónde Montserrat Comas, aupada por el PP al Observatorio de la Violencia como vocal progresista del Consejo General del Poder Judicial? ¿Va a incluir el maltrato sufrido por el President entre sus observadas? ¿Piensan Las Voguenus de La Moncloa, calladitas todas con sus modeluquis de alta costura, modificar la Ley de Violencia de Género para incluir la especificidad de la maltratada Maragall?
 
Por ahora, lo único claro es que ser mujer progresista consiste en adorar el dinero y el poder y demostrar un sectarismo a granel, aún a costa de la mayor lacra social de nuestro tiempo. Por cierto, viva el día de la mujer trabajadora. ¡Viva la mujer progresista!

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