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Juan Carlos Girauta

La vaselina provoca un tetrapartito

Pero el PPC sigue españolizándolo todo, y no sólo les ha hecho la pirula con la moción sino que además ahora pide una segunda comisión de investigación para mirar con lupa todas las adjudicaciones de obra pública en Cataluña

En la cámara catalana sólo se puede presentar una moción de censura por grupo y período de sesiones. De ahí la retirada de la moción del PPC quince minutos antes de su votación. Como no se ha llegado a sustanciar, Piqué mantiene la posibilidad de volver a presentar otra cuando le plazca, argucia que le ha costado durísimas críticas. Programadas las fechas del debate y la votación (10 y 11 de marzo) con el fin de ahogar el asunto informativamente, poco imaginaban que el PP les iba a someter a todo el ritual para guardarse sus cartas, intactas, en el último momento.
 
La moción no se planteó para cambiar al gobierno sino para provocar el debate. Pero Maragall no dijo nada. No añadió ni quitó nada a lo ya afirmado. No negó la existencia de las comisiones, aunque Mas se agarrara a un clavo ardiendo y decidiera, contra toda evidencia, que Maragall le había pedido disculpas. Al verle tan agachado, el president le clavó unas improvisadas banderillas recordándole que no le estaba pidiendo que retirara su querella. Pero Mas insistía, cada vez más pequeño.
 
Fuera de esta humillación, antes se habían mantenido contactos discretos entre convergentes y socialistas para decidir el modo de aplicación de la vaselina. Las banderillas de Maragall son compatibles con ese producto mágico. Una vez ensartada la coalición nacionalista, ya se ha empezado a hablar por aquí de cuatripartito o tetrapartito. Imagínenlo como un pincho moruno. Mientras, más solos que la una, y sin clavar, los populares catalanes han demostrado al menos que son capaces de tomar la iniciativa, de forzar el debate, de hacerse oír y de improvisar bonitos juegos malabares con el reglamento.
 
El nuevo tetrapartito se encontrará muy cómodo bailando entre el tufo de las comisiones y la hediondez de la omertá, pero no es seguro que esta vez la sociedad catalana se quede calladita. Se esperan salidas de tono del tipo “¡qué mal huele aquí!” Es lo que Felip Puig ha calificado de españolización de la política catalana. Tras la vaselina ya están más tranquilos y vuelven las sonrisas y los parabienes y los besamanos y los minués. Pero Puig no ha retirado su propia querella –que no sé si napolitaniza o sicilianiza la política– contra Salguero, el único empresario que se ha atrevido a firmar una acusación formal por corrupción. Denuncia que salpica a un tal Penin (casi como la novela y el personaje de Nabokov), tasador de Adigsa, chófer de Pere Esteve y abrepuertas ducho que dicen explotaba su parentesco con... Puig.
 
Pero el PPC sigueespañolizándolotodo, y no sólo les ha hecho la pirula con la moción sino que además ahora pide una segunda comisión de investigación para mirar con lupa todas las adjudicaciones de obra pública en Cataluña, incluyendo las deGeneralitat, ayuntamientos y diputaciones. Tras haberse llenado la boca con la transparencia, el tetrapartito en pleno, totalmente lubricado, se ha negado en redondo.

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