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Federico Jiménez Losantos

De Cuba llega el Titiritero-Exprés

¿Que no hay desaparecidos en Cuba? ¿Y cuántos han desaparecido en el estrecho de Florida, a dientes de los tiburones o ametrallados en la noche, padres e hijos vilmente asesinados en sus transbordadores, chalupas o pateras por los esbirros de Castro?

Lo de la olla exprés es un invento menor dentro de la asombrosa historia de la tiranía castrista, a cuyo lado el “Tirano banderas” de Valle-Inclán es la historia de Cincinato contada por Séneca. Desde el quesoducto para llevar miles de toneladas de gruyère a Francia pasando por Ubre Blanca y los cerdos quirúrgicamente afónicos en el baño, el socialismo real es en Cuba una historia de la estupidez humana con manchas de sangre. Pero hay algo que supera en miseria moral a la propia tiranía y sus asesinos de uniforme, a sus torturadores y carceleros, a sus delatores de casa, manzana y barrio, y es la cuadra de intelectuales, mayormente novelistas cantantes y titiriteros, que antes de que en el mundo pueda producirse una leve condena de la cárcel más grande del mundo se apresuran a defender al carcelero. En los últimos tiempos, la esclerotización del régimen castrista y de su legión de justificadores europeos está alcanzando, con todo, niveles artísticos en sí mismos, dentro del género grotesco, variante espasmódica.
 
Aún no se ha producido una votación en la ONU o en la UE sobre la falta de derechos humanos en la isla y ya tenemos en la prensa la habitual carta de los titiriteros castristas atacando a los USA o a quien en ese momento diga la Embajada, pero redactada con tal servilismo político, con tal torpeza intelectual que sólo la conjunción de un funcionario muerto de miedo y unos titiriteros comunistas muertos de aburrimiento en sus lujosas mansiones occidentales podrían producirla. Ahora van los Sabina, Aute y demás defensores del crimen político en Cuba y dicen que no ha habido un solo caso de tortura, asesinato o desaparición en el régimen castrista. Lo dicen horas después de que la SIP haya denunciado el encarcelamiento de veintitantos periodistas por el simple delito de querer serlo, tratados con la habitual delicadeza castrista desde que el carnicero Guevara llegó a la Cabaña en 1959 y se puso a fusilar cubanos. ¿Que no hay desaparecidos en Cuba? ¿Y cuántos han desaparecido en el estrecho de Florida, a dientes de los tiburones o ametrallados en la noche, padres e hijos vilmente asesinados en sus transbordadores, chalupas o pateras por los esbirros de Castro? Darían risa estos abogados de la tortura, el liberticidio y el asesinato masivo si no dieran asco. Decenas de miles de fusilados, dos millones de exiliados, centenares de miles de desaparecidos en una isla de once millones y aún andan cantando las excelencias del régimen.
 
Una cosa hay que reconocerle al tirano del Caribe: la olla exprés no será invento suyo, pero el del tiritero-exprés, esa barbie soviética que firma sin mirar y con mecánica precisión de autómata lo que le pongan delante siempre que sea antiamericano, sí.

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