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Lucrecio

Más allá de lo verosímil

El hombre que cuida de la seguridad del PSOE en Gijón ha estado manteniendo relación continua con quien maquinaba la voladura de la Audiencia Nacional. En medio, el 11 de Marzo. Y aquí no ha pasado nada

El 9 de octubre de 2004, un dirigente del PSOE asturiano se entrevista en la cárcel de Villabona con el terrorista del GIA argelino Benesmail Abdelkrim. El 24 de octubre de 2004, la policía irrumpe en la celda del islamista, en el curso de la operación que desarticula el proyecto de voladura de la Audiencia Nacional y de buena parte de la calle Génova. “En la inspección de la celda –recuerda La nueva España– se encontraron notas con apuntes sobre cómo fabricar explosivos y en su bolsillo, una nota con los nombres de los etarras Henry Parot y Harriet Iragi y su dirección en la cárcel de Córdoba”.
 
Releo varias veces la noticia en Libertad digital y en La nueva España. Los informativos de Radio Nacional me recuerdan, mientras tanto, sosegados, que, por unanimidad menos uno, los partidos políticos de este desdichado país han decidido cerrar la investigación sobre el 11M. “No hay pruebas ni las habrá nunca”, dijo un ilustre político, acerca de otros no menos políticos crímenes, hace ya más de quince años. Al final, ¡vaya si las hubo! Pero, esta vez, todo tiene, desde el primer instante, el tinte de estar destinado a borrarlas. A cualquier precio.
 
Porque el tal dirigente del PSOE, que proclamaba a Arafat “uno de los más grandes hombres de Estado contemporáneos”, no había visitado al presunto volador de la Audiencia por primera vez, aquel 9 de octubre del año pasado. Su relación se remonta a inicio de 2002, muy poco después del loco amor surgido entre el terrorista argelino y los etarras que con él compartieron regocijo ante la matanza de septiembre de 2001 en Nueva York, desde la cálida hermandad de la cárcel de Villabona. Días de fraternidad y rosas, de los cuales da razón la correspondencia del etarra José Luis Camarero, quien lo elogia ante sus camaradas como “un tipo superserio. Este es de los que, en cuanto salga, va con una bomba encima (...) Para él , hay cosas que nosotros hacemos mal. Según él, tú pones la bomba y no tienes que avisar”.
 
Y, sobre todo, porque el tal Fernando Huarte Santamaría, protector suyo en Asturias a lo largo de estos años, no es sólo el caritativo Presidente de la Asociación nacional de Amigos del Pueblo Palestino que paga las facturas de los terroristas con dolor de muelas. Ni sólo el administrador solidario de la empresa P.F. Brockers Internacional, S.L., cuyo objeto social –informa Libertad Digital– guarda relación con derivados de la minería: “adquisición, importación y exportación, venta y distribución de productos mecánicos, maquinaria, productos agrícolas, aceites, motores, filtros, carburantes líquidos y sólidos, minerales y carbones”.
 
No es sólo eso. Todo lo cual ya, como mínimo, desazona
 
Es algo más. Transcribo el alarmante retrato que de él da La nueva España: “Fernando Huarte, trabajador de Izar-Gijón, fue miembro de la comisión ejecutiva del PSOE de Gijón hasta enero de 2001. Desde entonces es miembro del comité municipal del PSOE y se encarga de la seguridad de los más importantes actos socialistas en la ciudad. El partido lo ha elegido para ser uno de los representantes del Ayuntamiento de Gijón en la asamblea general de Cajastur. Ha realizado viajes a distintos países de Oriente Medio”.
 
El hombre que cuida de la seguridad del PSOE en Gijón ha estado manteniendo relación continua con quien maquinaba la voladura de la Audiencia Nacional. En medio, el 11 de Marzo. Y aquí no ha pasado nada. La comisión se disuelve. Hasta para una novela negra de la gran época clásica, hasta para una muy, muy excesiva de Horace Mc Coy, todo esto es demasiado.

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