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Amando de Miguel

Masculino y femenino

Recibo docenas de emilios con abundantes razones para el uso de presa como sustantivo en la frase: “El muchacho, presa del pánico”. A mí me va mejor lo de “preso del pánico”, pues no veo bien que el pánico (una abstracción) pueda jugar a cazador. Sin embargo, el muchacho sí puede sentirse “preso” de múltiples emociones. Me lo permite el DRAE cuando dice que preso es “dominado por un sentimiento, estado de ánimo, etc.” Y añade el ejemplito: “Fue preso de la ira ante tal calumnia”. No obstante lo cual, ante la avalancha de razonamientos de los libertarios digitales, de aquí en adelante diré “El muchacho, presa del pánico”. Lo divertido es que también me lo permite el DRAE. Los académicos tienen un corazón partío, como las gitanas enamoradas. Pero no me retracto por el DRAE sino por la unánime reacción de los sesudos visitantes de este corralillo. Cito a uno por todos ellos: Javier Carrascón Garrido (Madrid). Sus argumentos son conmovedores. Presa soy yo de la misma emoción con que él defiende la tesis del “presa” y no de “preso” en la expresión citada u otras parecidas.
 
Maribel Torbeck se ha ganado el título de corresponsal permanente de esta seccioncilla. Me escribe una larga misiva en la que se horroriza de ese latiguillo de “los vascos y las vascas”. En efecto, quien así habla es un machista de tomo y lomo, pues ignora la función de las palabras, masculinas o femeninas, que acogen la dignidad de los dos sexos. Doña Maribel está encantada con que la palabra España sea femenina. Añado que casi todas las naciones lo son, aunque Portugal, Perú, Japón o Brasil, entre otras, sean naciones masculinas. En esos casos el sexo no establece ninguna diferencia. El Euskadi masculino no indica ninguna superioridad sobre la Navarra femenina.
 
Javier Lizarraga arguye que “no se debe decir el Osasuna… En Pamplona todo el mundo dice ¿Dónde juega Osasuna?”. Pues a mí esa prescindencia del artículo me suena fatal. Estamos ante un rasgo del vascuence, que en castellano no se lleva tanto. Si decimos “el” para todos los equipos de fútbol (o “la”, como en “La Real Sociedad”), no veo por qué va a ser una excepción “el Osasuna”. Por cierto, a mí me gusta decir “la Cope” y no “Cope”. Otra cosa. Don Javier asegura que el gentilicio de Pamplona es “pamploneses” y no “pamplonicas”. Tiene razón si nos referimos al lenguaje formal. Pero de una forma coloquial y cariñosa, lo de “pamplonica” no tiene por qué ofender a nadie. Es como lo de “maño” o “zaragozano”.
 
Justo Jiménez Fuentes tiene una duda que asalta muchas veces: ¿Es la maratón o el maratón? Mi parecer es que no cabe duda del masculino por su origen. Marathon equivale literalmente al “hinojal”. Recuerda el esfuerzo del guerrero que corrió sin parar los 42 kilómetros que le separaban de Atenas para llevar la noticia de la victoria de Milcíades sobre los persas. Toda la vida de Dios ha sido “el maratón”. Pero sea por la hazaña original, la carrera o la prueba olímpica, el hecho es que ha derivado ilegítimamente en femenino. La moda de la feminización deportiva es atosigante: la Juve y la Roma. Menos mal que todavía decimos el derbi, aunque Derby sea una ciudad.
 
Xavier Cervantes (Barcelona) anda inquieto con el género que pueden tener las ciudades. En caso de duda, don Xavier prefiere asignar a las ciudades el género femenino, puesto que “ciudad” es femenino. Sí, peroburgoes masculino, como Burgo de Osma o Burgos. Asimismo parece que el género masculino sea más apropiado para Londres, París, Madrid, Cádiz, Moscú y otras muchas ciudades cuyo nombre no acaba en a. En cambio, Jerusalén es claramente femenino. Lo mejor será escuchar la música de las palabras, que la tienen.

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