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Ignacio Villa

Sal y vinagre

Este Gobierno socialista es, sin duda, el más sectario y radical de los que hemos tenido en España en estos años de democracia. Quiere abrir a toda costa viejas divisiones entre buenos y malos fomentando enfrentamientos entre bandos inexistentes, provocando polémicas artificiales en la sociedad española y recuperando viejas rencillas donde estaba todo olvidado. Los españoles teníamos puesta la vista en el futuro y este Gobierno mezquino nos está haciendo volver la vista hacia un pasado que creíamos bien cicatrizado.
 
En este proceso de rencor permanente del gobierno ha retirado la última estatua de Franco que había en Madrid. La vicepresidenta asegura que la han quitado porque no reúne el consenso necesario. Bien es verdad que en España ya no quedan franquistas pero el razonamiento es de una pobreza atroz. Con este planteamiento tampoco se mantendrían la de Largo Caballero o la de Indalecio Prieto. ¿Y qué va a pasar con Isabel la Católica? ¿Y qué me dicen de Emilio Castelar? ¿Y qué les voy a decir de la de Cristóbal Colón, "símbolo del imperialismo español"? Puestos a destruir, están dispuestos a aniquilar la historia secular de España.
 
La última tontería ha sido la de Esquerra Republicana, que ha pedido la reconversión del Valle de los Caídos en un monumento por la paz. La verdad es que a esta altura de la película no entiendo la preocupación de los independentistas catalanes por la historia de España. Ya que nos han repetido hasta la saciedad que no son españoles, por lo menos que nos dejen tranquilos.

Los españoles hemos cerrado las heridas en la transición. Hemos cerrado los enfrentamientos, hemos asumido nuestro pasado. Y lo que está haciendo este Gobierno es de una irresponsabilidad manifiesta. Sólo pedimos que gobiernen, que no es poco. Pero que dejen de remover los muertos. No sigan echando sal y vinagre a las heridas.

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