El problema que tiene en estos momentos el Sevilla es que, comparados con sus dos defensas centrales titulares, Vinnie Jones y Stig Tofting, más conocido como "el cortador del césped", nos recuerdan a Heidi y su abuelito, comiendo emparedados y bebiendo zarzaparrilla, allá a lo lejos, en las montañas. Repaso una y otra vez la llave inglesa de Navarro sobre Arango y, a la bonita escena campestre relatada con anterioridad, se suma también Paul Ince vestido de Pedrito tirolés, con su gorrito con plumita y sus pantaloncitos cortos con tirantes, saltando de risco en risco, corriendo raudo y veloz al encuentro de Heidi y el abuelito, no fuera a perderse el último trozo de pastel de manzana caliente... Llámenlo ustedes "asociación de ideas" pero, viendo en acción a Navarro y Alfaro, me imagino a Dennis Wise cantando aquello de "en un país multicolor, nació una abeja bajo el sol, y fue famosa en el lugar por su alegría y su bondad"...
Joaquín Caparrós (el mismo personaje que dejó caer en su día que el Atlético de Madrid tenía medio apalabrado el ascenso a Primera División, y que luego, tras ascender el Sevilla y continuar en Segunda el Atleti, se resistió a pedirle perdón a la afición rojiblanca) quiere que su equipo juegue así. Ese es su estilo, el "estilo Caparrós". Un estilo que, todo sea dicho de paso, ha transformado a ese grupo de futbolistas en un equipo competitivo, duro y temible para sus adversarios. Lo que no puede pretender ni José María del Nido ni nadie en su sano juicio es que, además de lo anterior, añadamos que este Sevilla juega al fútbol como lo hacía el Santos de Pelé, eso no.