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Alberto Recarte

Dudas respecto al crecimiento en 2005

Les aconsejo que, a partir de ahora, analicen con atención todos los datos sobre el sector exterior: el deterioro o la recuperación de nuestra economía se reflejará primero en esas cifras.

En los últimos quince días hemos conocido una serie de datos sobre la economía española de complicada interpretación. Por una parte, el vicepresidente económico se reafirma en que la economía española crecerá este año el 2,9% programado en los presupuestos; la información sobre recaudación fiscal, por todos los conceptos, en los dos primeros meses del año, la que corresponde a la importación de bienes de equipo y los datos sobre el sector de la construcción, parecen darle la razón. Por otro, tanto el secretario de Estado de Economía como organismos internacionales rebajan el crecimiento al 2,7%, y el precio del petróleo parece consolidarse en torno a los cincuenta dólares el barril –frente a los 33 dólares que figuran en el presupuesto–; lo que hará más difícil cumplir el objetivo de crecimiento.
 
Yo sigo opinando que será muy complicado alcanzar incluso el 2% y que la cifra final estará entre el 1,5% y el 2%. Me apoyo en el deterioro de la balanza comercial y de servicios; que, al parecer, prosigue, según los datos de enero y febrero. No he sido alarmista, y sigo sin serlo, en relación con el impacto de la subida del precio del petróleo para nuestra economía. Las razones son cuantitativas; en este momento, en 2005, la economía española importa diariamente un millón y medio de barriles de petróleo, lo que significa unos pagos totales al exterior, al precio de 50 dólares/barril, de 25.500 millones de dólares, equivalentes, al tipo de cambio euro/dólar de 1,3, a alrededor de 18.000 millones de euros. Como nuestro PIB alcanza los 800.000 millones de euros, eso significa que los pagos por petróleo suponen sólo el ¡2.25%! de nuestro PIB. En este sentido, no deberíamos ser alarmistas. Sin embargo, en lo que respecta al crecimiento de 2005, si el precio promedio del petróleo se sitúa en los 50 dólares/barril en lugar de en los 33 dólares/barril que figuran en el  presupuesto, el déficit comercial habrá aumentado en 9.300 millones de dólares, equivalentes a 6.500 millones de euros, lo que supone el 0,8% del PIB. Es decir, sólo por esa causa nuestro crecimiento sería del 2,1% en lugar del 2,9% presupuestado por el gobierno.
 
Hay otros datos que corroboran que una parte sustancial del aumento del consumo y de los otros componentes de la deuda interna se nutren directamente de la importación, en lugar de incentivar el crecimiento interno. Los fabricantes de coches, por ejemplo, han anunciado que en 2005 disminuirán el número de vehículos producidos en España en un 8% en relación con la cifra de 2004.
 
Si esto es así, lo que hay que explicar son los datos positivos sobre la economía española a los que se hacía referencia al principio de este artículo. En primer lugar, los fiscales. La recaudación de todos los tributos, –excepto las tasas sobre hidrocarburos, que se estabilizan, por estancamiento del consumo–, sube fuertemente. Pues bien, este dato no es incompatible con un crecimiento menor, porque la recaudación depende básicamente del consumo más que de la producción interna. Sólo el dato de aumento del IRPF contradice lo que digo. Y en este caso podría tener que ver con el proceso de regularización de inmigrantes y las correspondientes retenciones. Pero es pronto para afirmar tajantemente una u otra cosa. Por otra parte, la inversión en bienes de equipo, que parece que efectivamente crece, tampoco es un dato que indique que nuestra economía mantiene el crecimiento; de hecho, su importancia cuantitativa en nuestro PIB no es muy grande. Lo que sí es importante es el sector de la construcción y el consumo. Si esto es así lo que puede estar ocurriendo, es la agudización de una forma de comportamiento, que los residentes en España consumimos cada vez más, pero endeudándonos, al mismo ritmo, con el exterior. Este comportamiento es compatible con todos los datos que tenemos y confirmaría los malos augurios para la economía española; no inmediatamente, pero sí a uno o dos años. Les aconsejo que, a partir de ahora, analicen con atención todos los datos sobre el sector exterior: el deterioro o la recuperación de nuestra economía se reflejará primero en esas cifras.

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