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Fundación Heritage

Por los valores judeocristianos VII

En realidad, la izquierda en todo el mundo generalmente desprecia a la gente que le habla del bien y del mal, los denominan “maniqueos”, simplones morales que ven el mundo en blanco y negro, nunca en tonalidades de gris.

Dennis Prager

¿Odia usted el mal? Muchos de los humanos no lo hacen. Pero si usted cree en los valores judeo cristianos, entonces debe hacerlo.
 
Uno de los valores centrales de la Biblia es su odio al mal. Realmente, es la única cosa que la Biblia nos manda a odiar, tanto así que el amor a Dios es equiparado con el odio al mal. “Aquellos que aman a Dios, deben odiar el mal” nos dicen los Salmos.
 
La noción de odiar el mal fue y sigue siendo revolucionaria. La gran mayoría de los antiguos no consideraron el mal. Las sociedades eran crueles y sus dioses eran crueles. Ni sus más altas religiones pusieron el odio al mal en el centro de sus puntos de vista sobre el mundo. En la filosofía oriental y en la religión, su más alta meta era la consecución del Nirvana a través de eliminar el ego, nunca combatiendo u odiando el mal. El mal y el sufrimiento eran vistos como parte de la vida y era mejor escapar de la vida, no transformarla moralmente.
 
En gran parte del mundo árabe y musulmán “rostro”, “vergüenza” y “honor” definen las normal morales, no los estándares del bien y del mal. Ésta es la razón para las “matanzas por el honor” como el asesinato de una hija o hermana que ha traído “vergüenza” a la familia (por presuntos pecados sexuales) y la visión aceptada que estos asesinatos son heroicos, no malignos. Por eso Sadam Hussein ha sido un héroe para muchos en el mundo árabe; no importa cuánta gente inocente haya matado, torturado y violado.  Aunque haya cometido maldades, lo que más importaba era su fuerza y por tanto su honor.
 
Y para Occidente, con notables excepciones, los cristianos no tienden a ver el mal como el pecado más grande. La falta de fe y el pecado sexual han sido el blanco de la aversión entre la mayoría de los cristianos. Con el pasar del tiempo, sin embargo, muchos cristianos vinieron a liderar la batalla contra el mal, desde la esclavitud al comunismo. Y hoy no es una coincidencia que Estados Unidos, el país que más piensa en términos del bien y del mal, es el país más defiende los valores judeo-cristianos.
En el mundo occidental contemporáneo, la mayoría de la gente se identifica con la izquierda, es decir, odian la guerra, las multinacionales, la polución, odian también a los cristianos fundamentalistas, a la desigualdad económica, al tabaco y a los conservadores. Pero ellos raramente odian los grandes males de esta era, si por el mal podemos definir el infligir la crueldad deliberadamente: asesinatos en masa, violaciones, torturas, genocidio y totalitarismo.
 
Por eso el comunismo, forma de vida construida en la crueldad, atrajo a grandes masas de gente dentro de la izquierda y es por eso que, desde los años 60, no hubo oposición dentro de la misma izquierda. Hasta la mayor parte de esa gente que se autodenomina “progresistas”, no izquierdistas, odiaban el anticomunismo mucho más de los que odiaron el comunismo en sí. Cuando el Presidente Ronald Reagan llamó a la Unión Soviética “el imperio del mal”, los progres se indignaron al igual que cuando el Presidente George W. Bush llamó a los regímenes de Corea del Norte, Irán y el Irak de Sadam Hussein “el eje del mal”.
 
Preguntemos a los izquierdistas contra qué debe luchar la humanidad y ellos le contestarán seguramente que el calentamiento global o algún otro desastre ecológico (quizá también contra que los americanos dan a sus fuerzas militares...)
 
En realidad, la izquierda en todo el mundo generalmente desprecia a la gente que le habla del bien y del mal, los denominan “maniqueos”, simplones morales que ven el mundo en blanco y negro, nunca en tonalidades de gris.
 
Como la principal revista semanal alemana, Der Spiegel, escribió recientemente: “En los últimos discursos, el Presidente Bush sigue sin retractarse de la idea del mundo entre el bien versus el mal que los europeos odian”
 
Patrice de Beer, un editor del principal periódico francés, Le Monde, escribió que en la Unión Europea: “La noción de un mundo dividido entre el bien y el mal es vista con pavor”.
 
Totalmente típico de la izquierda sobre el bien y el mal es esta serie de preguntas hechas en la web izquierdista Counterpunch de Gary Leupp, profesor de Historia y Religión Comparativa en Tufts University: “Preguntas a debatir: ¿Atila fue bueno o malo cuando invadió Gaul? ¿Sadam, bueno o malo cuando invadió Kuwait? ¿Hitler, bueno o malo cuando invadió Polonia? ¿Bush, bueno o malo cuando invadió Irak? ¿Son “bueno” y “malo” categorías realmente adecuadas para evaluar acontecimientos contemporáneos e históricos?”
 
Los europeos occidentales y sus homólogos americanos detestan el lenguaje del bien y del mal y se lo atribuyen a la religión, o sea a los valores judeo-cristianos. Entre esos valores está el luchar contra el mal y “extirpar el mal de entre vosotros”. Pero para hacer eso, primero hay que odiarlo. Porque si usted no odia el mal, no peleará contra él y el bien perderá.
 
©2005 Creators Syndicate, Inc.
©2005 Traducción por Miryam Lindberg
 
Dennis Prager es uno de los periodistas y comentarista radiofónicos más respetados de Estados Unidos, su programa se transmite desde Los Ángeles diariamente desde 1982. Sus artículos aparecen en grandes publicaciones americanas como Wall Street Journal, Los Angeles Times, Townhall y el Weekly Standard.
 
Libertad Digitalagradece a Dennis Prager y a la Fundación Heritage el permiso para publicar este artículo.

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