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Amando de Miguel

Sobre los orígenes de las palabras

Son muchos los libertarios digitales interesados por conocer la etimología de una u otra palabra o expresión. Debo reconocer que me faltan conocimientos para dar cumplida cuenta de tales consultas. Las despacho como mejor puedo. A mí también me fascina el origen de las cosas, sean palabras, modas, conductas o instituciones.
 
Ginebra de Camelote me pregunta por la razón de la equivalencia de Pitiusa para Ibiza o para las Baleares. El origen de Ibiza se pierde en la noche de los tiempos con la llegada de los fenicios. El nombre fenicio o hebreo (algo así como ibism) equivale a “isla de los perfumes” o “isla de los pinos” en otra versión (berosim). En griego pitus quiere decir “pino”. El nombre de Pitiusa (= pinada) se dio a Ibiza y, en plural, las Pitusas, a las Baleares, que es también un nombre griego. También está la teoría de ibusim o “isla del dios Bes”, egipcio, aceptado por los cartaginenses, colonizadores de Ibiza. Como puede verse, la Etimología no es una ciencia exacta sino borrosa y poética.
 
Mique Galimany, a propósito de la discusión sobre el berbiquí, aduce otro galicismo: tirabuzón (= rizo del cabello en forma de espiral), que adapta la voz francesa tire-bouchon (= sacacorchos). Parece que así es, aunque ese arreglo no lo recoja Valentín García Yebra en su Diccionario de galicismos.
 
Jaime Lerner (Tel Aviv, Israel) me envía un ilustrado imeil con la aportación del verbo crepar en lunfardo como equivalente de dejar este mundo. De esa forma se busca un equivalente para no tener que pronunciar lo de “morir”, que siempre es un tabú. Don Jaime alude a otros verbos populares con la misma función eufemística: “reventar, espichar, soltar la pelleja, palmarla”. Cita una hermosa frase del Quijote. Don Alonso Quijano “entre compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu, quiero decir que se murió” (II, 74). Curioso ese “quiero decir” en primera persona, que tan pocas veces se muestra en el texto del Quijote. Estoy con don Jaime en lo que de crepar bien castizo es, pues procede del latín crepare (= romperse con ruido, rechinar). Antonio Giménez Bruque sostiene que el verbo quebrar (= doblarse con estrépito) sí puede ser una interesante evolución de crepare. Luego está lo de discrepar (= sonar de otra forma, opinar de forma diferente).
 
Santiago Corral desea saber “de dónde viene la palabra cortapisa y si la palabra enfeudar existe en castellano”. Muy fácil. Cortapisa es tanto como la restricción o limitación para ejercer una determinada acción. Primitivamente la “cortapisa” era una guarnición que se ponía a ciertas prendas de vestido. De ahí procede el sentido de algo añadido que puede ser un estorbo. Enfeudar equivale a someter un territorio a la autoridad de otro más poderoso. Fuera del feudalismo se puede utilizar por analogía.
 
Patricia Bastidas, editora de profesión, se extraña de que yo me considere a mí mismo “novicio intonso” en no sé qué saberes. Añade “En la jerga de mi oficio, intonso es un libro que no tiene las hojas cortadas”. Ya, pero ese significado es traslaticio. El primigenio es el de la persona que aún no ha sido tonsurada, rapada o pelada como símbolo de la consagración religiosa. La primera extensión de ese concepto es la del intonso como el individuo poco ilustrado. También puede ser, con un sentido afrentoso, que la persona intonsa es la desgreñada, lo que indicaría su condición rústica.
 
Carlos de Miguel Bartolomé quiere saber de donde viene el topónimo “Duero” y sus derivados “Duruelo y Duracos”. La interpretación más corriente es que el Duero es “río de Oro” (promovida por los portugueses), pero esa ilación tiene poco fundamento. No se sabe que hubiera mucho oro en el Duero. Sí lo hubo en el Sil. Más claro es la raízdor,durotur, procedente del griego, que significa “río”. Así, tenemos Duero, Duratón, Turia, Adour (Francia). Duruelo es claramente un diminutivo de Duero. Puede que haya un parentesco con el vascuenceiturri(= fuente). Mi impresión es que, al final, la raízdurotures una onomatopeya para el sonido del agua que corre. De ahí procede tanto el griego como el vascuence.

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