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La batalla por el corazón de Europa

El impacto del nuevo papado en España será especialmente intenso. Ningún líder político europeo es mejor exponente del pensamiento débil y de la voluntad de claudicación en la defensa de nuestros propios valores que Zapatero

La elección del Cardenal Ratzinger como nuevo Papa tendrá repercusiones estratégicas importantes más allá de su dimensión estrictamente religiosa. Así, si Juan Pablo II fue un actor decisivo en la caída del totalitarismo comunista, Benedicto XVI puede ser un Papa revolucionario para la Vieja Europa. Que el primero fuera polaco y que el actual sea alemán simboliza muy claramente la tarea histórica que marcó el pontificado del Wotjila y definirá el de Ratzinger.
 
El nuevo Papa hará de la lucha contra el pensamiento débil, contra el relativismo moral y contra la cultura del consumo y el placer imperante en los países occidentales su principal campo de batalla. Ganar el corazón y la mente de los jóvenes constituirá su principal objetivo estratégico.
 
Esta lucha tendrá repercusiones importantes en una Europa que parece querer renunciar a sus raíces cristianas y que llevada de un espíritu acomodaticio no opone resistencia alguna a la colonización cultural e incluso al proselitismo fundamentalismo de otras religiones. Más allá de la dimensión religiosa de este proceso, es obvio que existe un riesgo de pérdida de la propia identidad. Y si Europa pierde la conciencia de si misma, es muy difícil que tenga la voluntad de defenderse o de garantizar su propia seguridad.
 
El impacto del nuevo papado en España será especialmente intenso. Ningún líder político europeo es mejor exponente del pensamiento débil y de la voluntad de claudicación en la defensa de nuestros propios valores que Zapatero. Es más, ZP ha hecho del laicismo agresivo, que pretende borrar toda huella cristiana de nuestra sociedad, uno de sus principales líneas estratégicas de actuación política, sino la fundamental.
 
El choque de esta política antirreligiosa con la claridad conceptual, la firmeza doctrinal y la convicción de este nuevo Papa está asegurado. Es más, Benedicto XVI sabe muy bien que la victoria de la Nueva Europa espiritual que aspira a construir tiene en el flanco central el frente de batalla decisivo, pero nunca podrá alcanzarse si mientras pierde del flanco sur.

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