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Serafín Fanjul

La imaginación en el poder

Amén de los cowboys y esvásticas irrenunciables, al Papa Benedicto XVI le llaman el Panzer, porque siendo alemán la imaginación ya no puede alcanzar cumbres más altas.

Siempre me ha impresionado la gran capacidad creativa de la izquierda española, su inagotable y sólida fantasía generadora de símbolos nuevos, de interpretaciones insólitas y prodigiosas de los ya existentes, asombrosas sutilezas que marcaban su superioridad discursiva y teórica (no sólo moral) sobre la derechona, de suyo adocenada y mediocre. De tal guisa, los partidos de izquierda hispanos –dejémoslo en eso, sin ofenderles recordando que un día fueron españoles- que tantas aportaciones imprescindibles han hecho a la filosofía política universal y aun a la historia del pensamiento humano, marcando caminos, luz y guía para todos los movimientos progresistas y liberadores del mundo, han producido en los últimos cincuenta años sobresalientes cuadros, profesionales punteros y artistas inigualables en todas las artes y letras, cuyas ideas y obras iluminan a este género de bípedos implumes al que pertenecemos. Resumiendo: la creatividad de nuestra izquierda sólo es comparable a su honradez.
 
Así pues, cuando querían –o quieren- denigrar a alguien, sea quien sea, le tildan de fascista o, ya en el colmo del esfuerzo, de nazi. Alarde intelectual parangonable al de relacionar o hacer equivalente la esvástica a la estrella de David, la bandera de Estados Unidos o la mismísima enseña nacional española, si se tercia. Han alcanzado el grado máximo posible en la estilización y síntesis de los símbolos y del lenguaje; por ello nos llenan de envidia cuando consiguen articular sonidos con su enjuto léxico vivo de cincuenta o sesenta palabras y con ellos ganar elecciones, lo cual parece probar la dulce identificación y sintonía existentes entre un sector numeroso de votantes y estas exquisiteces culturales. Por consiguiente es normal que sus mentores espirituales e intelectuales alumbren conceptos preñados de poesía, de sentido profundo y buen gusto: “Abrir un espacio para la negociación”, “fractura del diálogo social”, “fenómeno civilizatorio nuevo” (Rodríguez dixit y no se dé por aludida la Anglicana); “una cultura para Madrid abierta, participativa, democrática, nueva, mestiza, joven, dinámica…para todos y para todas” (nos regocija R. Simancas con el bálsamo de su verbo). Hay mucho más de lo mismo, como pedía Serrat, pero lo dejaremos ahí no sin denunciar enérgicamente que la derechona plagia no pocas veces el estilo y el nivel lingüístico de nuestros próceres de izquierda, verdaderos inventores y propietarios de la patente.
 
“La imaginación al poder”, nos amenazaba la izquierda y uno temblaba sólo de pensar que los nuestros, efectivamente, llegasen al poder, porque entonces eran los nuestros. “La imaginación al poder” y si había –o hay– que representar o caricaturizar a un presidente americano aparecía vestido de cowboy y con sombrero Stetson, además de continuar el riego de esvásticas a granel. Se plagaban también los urinarios públicos de toda España con rotundas pintadas a favor del comunismo y el antiimperialismo, sugiriendo a mentes retorcidas si aquella asociación inevitable entre el lugar donde se escribía y los sublimes mensajes no sería, en realidad, obra de saboteadores e infiltrados. A saber. Mas volvamos al equilibrio justiciero: hace poco hemos visto un “Viva España” escrito en el suelo, lo cual denotaría que en la otra orilla tampoco faltan cerebros. O saboteadores.
 
Ahora la justicia histórica ha hecho que las aguas vuelvan a su cauce y la izquierda recupere el puesto que por derecho propio le corresponde. La imaginación en el poder otra vez. Y se nota. Amén de los cowboys y esvásticas irrenunciables, al Papa Benedicto XVI le llaman el Panzer, porque siendo alemán la imaginación ya no puede alcanzar cumbres más altas. Si a ello añadimos que el susodicho es católico –un Papa , incurso en la osadía de ser católico, hay que fastidiarse– el monolitismo arrasador queda bien definido en el vehículo acorazado.
 
Sin embargo, la imaginación también adopta derroteros proféticos y como está en el poder y controla la mayor parte de los medios de comunicación, decide modificar el curso de la Historia, cambiar el futuro y poner o quitar presidentes de Estados Unidos y Papas de Roma, los dos poderes –material y moral- más significativos del planeta. Por tanto, Rodríguez no se conformó con augurar el triunfo de Kerry, felicitándole de antemano por su éxito, sino que su SER –me refiero a la radio, no a una canción aflamencada- hasta más allá del postrer instante estuvo informando del triunfo del candidato bueno, lo que bien mirado en nada desmerece otras hazañas informativas de la cadena, como el descubrimiento de suicidas y todo el etcétera que acaeció en torno al 11 de marzo. La imaginación triunfó de nuevo, para qué nos vamos a extrañar, y el diario El País en días subsiguientes mostró, nobleza obliga, la honradísima autocrítica, sin pizca de rabia ni de baba, de tantos columnistas esforzados, escritores famosos por inmarcesibles historietas universales sobre los críos de Orcasitas o los drogadictos de Lavapiés.
 
En estos días, la TVE socialista nos asegura, en la cara y la voz de una que presenta los telediarios a mediodía y cuyo nombre no recuerdo, que “el cardenal Ratzinger ha perdido todas sus posibilidades de ser elegido Papa”. Pero, como la conspiración de las fuerzas del mal no cesa, la realidad, difundida tres horas más tarde, les estropea su buena noticia, la que habrían querido dar: los 115 de la Sixtina han elegido a un Papa ateo, paladín de los matrimonios homosexuales, encarnizado luchador por la eutanasia y habitual del canje de canutos con los coleguillas. Enhorabuena de nuevo, progres, por la clarividencia y, sobre todo, por la honradez. Suma y sigue.

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