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Un gobierno cobarde

Para un Ministro obsesionado con su imagen, y que apenas oculta sus ambiciones futuras, la mera posibilidad de tener que asumir ese coste político es intolerable

El ansía infinita de paz que el presidente del Gobierno colocó en el frontispicio de su programa de Legislatura se está traduciendo en la realidad en un sentimiento infinito de cobardía. Así, las prisas por retirar nuestras tropas de Irak, una retirada que por su precipitación socavó la credibilidad de nuestro país y humilló a nuestras Fuerzas Armadas, sólo se explica por el pánico que cundió en el Gobierno ante la posibilidad de que nuestras fuerzas pudieran sufrir alguna baja de la que responder políticamente. En realidad, esas prisas fueron las que pusieron en riesgo añadido a nuestros soldados, además de en ridículo a nuestro Gobierno, y sólo el buen hacer de nuestros militares y la lealtad con la que les correspondieron sus aliados hizo que no hubiera que lamentar ningún incidente.
 
El Ministro de Defensa ha paralizado ahora la flota de helicópteros del Ejército de Tierra por un problema esencialmente burocrático. Con ello, Bono intenta una vez más atacar a los Gobierno del PP a los que obviamente responsabiliza, debidamente orquestado por el Grupo Prisa, de una nueva incompetencia que puso en riesgo la seguridad de nuestros militares. Cualquier argucia es buena para mantener vivo políticamente el recuerdo del caso del Yak-42.
 
Pero en la drástica decisión del Ministro de dejar durante meses en tierra a los helicópteros de las FAMET hay también un nuevo acto de cobardía. Este Gobierno va a terminar por acuartelar al conjunto de nuestras Fuerzas Armadas con tal de evitar que cualquier incidente pueda salpicarle políticamente, porque es evidente que la mejor manera de evitar todo riesgo es quedarse en casa.
 
Una vez más el Ministro pretende dar una patada al PP en el trasero de las Fuerzas Armadas. La seguridad en vuelo ha sido y es una obsesión del Ejército de Tierra. A ello dedica una unidad específica dentro de las FAMET cuyo trabajo resulta encomiable. Con la interesada filtración de la noticia de paralización de la flota lo que el Gobierno consigue es dar una imagen tan lamentable como falsa de nuestro Ejército, quién supuestamente ponía en riesgo innecesario la vida de sus propios miembros.
 
La demagogia que Bono ha hecho con nuestra presencia en Irak y con el lamentable accidente del Yak-42 es de tal calibre que ahora el Ministro de Defensa es presa de sus propias calumnias. Al haber responsabilizado políticamente al PP no sólo de los accidentes, sino también de los riesgos asumidos por los militares en el desempeño de sus misiones, el Ministro se ha autoinculpado también anticipadamente de cualquier desgracia que pueda producirse bajo su mandato. Para un Ministro obsesionado con su imagen, y que apenas oculta sus ambiciones futuras, la mera posibilidad de tener que asumir ese coste político es intolerable. Antes prefiere paralizar toda la actividad de los Ejércitos que correr el más mínimo riesgo.

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