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Juan Manuel Rodríguez

Un decálogo muy ñoño

Ya saben que el deportivista Diego Tristán llegó a decirle al presidente del Real Madrid aquello de "¡usted no quiere un futbolista, usted lo que quiere es una monja de clausura!"

No pondría yo la mano en el fuego porque Marcos el Asceta, discípulo de san Juan Nicéforo Calixto, contemporáneo de Nilo de Ancira y cuyos escritos fueron recordados por Gregorio el Sinaíta y el santo mártir Pedro de Damasco, fuera capaz de cumplir a rajatabla el "decálogo ético" del Real Madrid... "Si un día eres superior, nunca humillar al rival. Si se pierde, hay que felicitar al contrincante"... "No conduden a nada los aspavientos ni los insultos. El Real Madrid nunca se queja"... "La titularidad se gana en los entrenamientos, desde el trabajo y sin protestar al entrenador"... "La vida de un deportista es sana. El orden es primordial en un jugador de fútbol"... Sitúa tan endiabladamente alto el listón Florentino Pérez que cuando decide pisarle un callo a alguien se le nota demasiado.
 
El problema que le veo yo al decálogo, además de que no se puede cumplir, es que resulta decididamente ñoño. Por pedir, Florentino Pérez podría haberles pedido también a sus jugadores que vistieran abrigo loden y zapatos castellanos, y que en lugar de decirse en el campo las barbaridades que todos sabemos que se sueltan los futbolistas cuando están calientes, gritaran cosas como "¡jopelines!" o "¡mecachis en la mar salada!"... Ya saben que el deportivista Diego Tristán llegó a decirle al presidente del Real Madrid aquello de "¡usted no quiere un futbolista, usted lo que quiere es una monja de clausura!"... Créanme que cuando el otro día Zinedine Zidane, que mantiene un comportamiento ejemplar tanto dentro como fuera del terreno de juego, se lanzó como una auténtica flecha contra Quique Alvarez, no iba precisamente a comentarle el capítulo III del famoso "decálogo ético".
 
El nivel de excelencia que se exige a sí mismo el Real Madrid es tan elevado que, cuando por fin decide darse una vuelta por el planeta tierra, todo el mundo se le echa encima. Yo, que cuando me pinchan sangro y si me increpan salto, siempre eché de menos un comportamiento más mortal por parte de la directiva madridista. El club ha llorado muy tarde (la Liga está, salvo que la tire, en manos del Barcelona) y se le ha notado demasiado. ¿Supondrá esto acaso el anticipo de un cambio de estrategia pensando ya en la próxima temporada?... Lo más justo sería dejar al márgen de cualquier debate futbolístico el asunto de la honradez arbitral, pero, puesto que ni siquiera los propios árbitros quieren dar la cara por ellos mismos, supongo que Florentino Pérez habrá llegado a la conclusión de que no resulta demasiado rentable seguir el ejemplo de Marcos el Asceta, santo y mártir.

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