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Por los valores judeocristianos X

Al borrar las distinciones que hacen un universo ordenado, aquellos que luchan por desmantelar los valores judeocristianos están trabajando, conscientemente o no, por restituir el caos

Dennis Prager

Es difícil exagerar la profundidad de las diferencias entre la visión judeocristiana del mundo y la de sus opositores, muy particularmente los de la izquierda. Supone la pregunta misma de si hay un orden en el mundo, por ejemplo.
 
La premisa básica de la perspectiva bíblica es que Dios pone orden al caos, un orden expresado en gran parte a través de separación y diferencias: Dios separó la luz de la oscuridad y creó el día y la noche; separó las aguas y creó la tierra, etc.
 
Las diferencias reflejan el orden divino, al mismo tiempo que los intentos para abolir esas diferencias representan una negación de ese orden y un deseo ardiente por un caos primitivo, moral y de otro tipo.
 
Aquí tenemos algunas de las diferencias que son centrales a la perspectiva judeocristiana y que están siendo atacadas hoy en día:
 
El bien y el mal: Clave para el sistema de valores judeocristianos es que el bien y el mal son polos opuestos y “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo” (Isaías). Los que se oponen a los valores judeocristianos han declarado la guerra a los absolutos morales, cimentados en valores morales de Dios.
 
Lo han intentado usando:
 
- El relativismo moral (“Lo yo pienso que es bueno es bueno para mí, lo que usted piense que es bueno, es bueno para usted).
 
- La oposición a juzgar moralmente (“¿Quién es Ud. para llamar “maligna” a la Unión Soviética?”)
 
- El multiculturalismo (“Ninguna cultura tiene valores superiores a otra”)
 
- Sustituyendo categorías psicológicas por morales (por ejemplo calificar por norma a los asesinos violentos como “enfermos” en vez de malos)
 
- Dividiendo el mundo entre poderosos y débiles en lugar de buenos y malos.
 
- A través del marxismo y todos sus derivados basados en el materialismo izquierdista y progresista que han sustituido el criterio económico por morales (“La pobreza es la causa del crimen”. O lo que oímos ahora constantemente desde el 11-S : “La pobreza produce terrorismo”, observación hecha por George McGovern recientemente en un simposio sobre la pobreza en el mundo en Princeton University).
 
Dios y el hombre: Dios es Dios y el hombre es el hombre. Hay un abismo infinito entre el hombre y Dios; Dios es infinitamente más grande que el hombre. Para la izquierda, el hombre es Dios y Dios es el hombre (éstas fueron las palabras exactas que usaron Marx y Engels). Cada hombre es la fuente de valores y la medida de todas las cosas; no tiene que dar cuentas de nada a ningún Dios.
 
Hombre y mujer: “Y Dios creó a Adán (queriendo decir el ser humano) hombre y mujer los creó Él (Génesis).
 
Aquí encontramos el área de la más grande batalla cultural contemporánea. La visión bíblica de hombre y mujer es que son seres completamente distintos y el orden humano en gran parte depende de preservar esa distinción. La izquierda lucha para abolir esta distinción. De eso se trata toda la batalla de los “travestis”. “GLBT” significa “gay, lesbiana, bisexual, travesti”. Travesti no es transexual. Un transexual simplemente ha cambiado de sexo pero él o ella no elimina la distinción de los sexos. Los travestis, por otra parte, siguen siendo miembros de su sexo pero se comportan como el sexo opuesto al que tienen (por ejemplo, un hombre que se viste de mujer en público)
 
La izquierda aboga por mucho más que sólo la igualdad “homosexualidad-heterosexualidad”. Ellos van a por la destrucción del sexo fijo: masculino y femenino. Es por eso que en los últimos 10-20 años la palabra “sexo” para describir masculino o femenino ha sido reemplazada por “género”. Es que “sexo” es objetivo y rígido; “género” es subjetivo y maleable. Por eso algunas universidades –la institución a la vanguardia de la destrucción de los valores judeocristianos– están eliminando los lavabos de hombres y mujeres ya que esto implica una diferenciación de sexo que es inaceptable para los adversarios de las distinciones judeocristianas del sexo.
 
Dos leyes de la Torá nos dan más evidencias del deseo bíblico de retener la diferencia hombre-mujer. La primera es la prohibición a los hombres de usar ropas femeninas y a las mujeres el uso de ropas que son característicamente masculinas; la segunda es la formulación de la prohibición sobre el comportamiento homosexual masculino: “No te acuestes con un hombre del modo en que lo haces con una mujer”. Las relaciones sexuales entre hombres destruyen la última diferencia hombre-mujer.
 
Lo sagrado y lo profano: Una de las más grandes separaciones del sistema de valores judeocristiano es entre lo sagrado y lo profano. Aplicado al lenguaje por ejemplo, maldecir o usar palabrotas es visto como mucho menos serio en esas partes de la sociedad divorciadas de los valores judeocristianos. Aplicado al sexo, significa que el acto sexual tiene una dimensión sagrada desconocida para la izquierda, que ve el sexo como un asunto volitivo y de salud.
 
Una de las características de la izquierda es su total desdén por el concepto mismo de lo sagrado. Nadie expresa mejor ese desdén que el redactor en jefe de la sección Cultura del New York Times, quien rutinariamente abruma la susceptibilidad de la gente creyente con su desprecio en este tema. El blanco perfecto a ridiculizar es la gente que cree que el pecho desnudo de Janet Jackson (transmitido a nivel nacional durante el descanso del Super Bowl de 2004), el uso de palabrotas y la vulgaridad en las medios públicos son cosas por las que vale la pena irritarse.
 
Humano y animal: Un ejemplo final de una distinción judeocristiana que está siendo aniquilada en el mundo laico es el caso hombre-animal. Para la Biblia, el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, los animales no. En verdad, la mejor manera de describir lo sagrado es el movimiento de pasar a ser “como animales” a ser “como Dios”. Una de las tareas más grandes de la humanidad, según la perspectiva bíblica, es separar al ser humano del animal para poder emular lo sagrado, no lo animal. Por otro lado, en el mundo laico contemporáneo, se hacen todos los intentos para demostrar lo similares que son los humanos a los “otros animales”.
 
Al borrar las distinciones que hacen un universo ordenado, aquellos que luchan por desmantelar los valores judeocristianos están trabajando, conscientemente o no, por restituir el caos.
 
©2005 Creators Syndicate, Inc.
©2005 Traducción por Miryam Lindberg
 
Dennis Prager es periodista y comentarista radiofónico muy respetado en Estados Unidos, su programa se transmite desde Los Ángeles diariamente desde 1982. Sus artículos aparecen en grandes publicaciones americanas como The Wall Street Journal, Los Angeles Times, Townhall y el Weekly Standard.
 
Libertad Digital agradece a Dennis Prager y a la Fundación Heritage el permiso para publicar este artículo.


Tiene a su disposición enLibertad Digitalla serie completaPor los valores judeocristianosescrita por Dennis Prager

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