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Sobre la expresión “el chocolate del loro”, como un ahorro insignificante, Antonio Pérez precisa que a los loros no les sienta bien el chocolate y, por tanto, no son aficionados a ese alimento. Así que doble motivo para calificar de insignificante el ahorro que supone el chocolate del loro.
 
Pilar Díaz Vara quiere saber el origen de la expresión “colgar el sambenito” y si tiene algo que ver con el Papa Benedicto XVI. El nombre del Papa viene de San Benito, el fundador de la orden del mismo nombre (los benedictinos), realmente el patrono y fundador de Europa. El sambenito era una especie de capotillo (capa con caperuza), que la Inquisición ponía sobre los reos para provocar el ridículo. Semejaba al hábito de los benedictinos y más propiamente al traje típico de los sayagueses. Llevar o colgar el sambenito es hoy, por analogía, tener mala fama o descrédito por alguna mala acción, muchas veces simplemente presunta.
 
Francisco Benito razona que la expresión “en olor de multitudes” (= en medio del entusiasmo popular) debería ser “en loor de multitudes”. En cambio, don Francisco sostiene que la frase “en olor de santidad” es correcta porque indica el hecho de que muere un santo y su cuerpo no se corrompe. En mi opinión esa última condición no es necesaria (rara como es). Un personaje muere “en olor de santidad” porque se produce un acuerdo general de los fieles de lo justo que sería elevarlo inmediatamente a los altares. Es el caso de Juan Pablo II. La palabra “olor”, en latín y en castellano clásico, significa también “fama, opinión general”, no solo el resultado de aplicar el sentido del olfato. Por esa razón es correcta igualmente la expresión “en olor de multitudes” cuando un personaje es aclamado de forma masiva. No es tan corriente escuchar “en loor de multitudes”, pero se podría decir; “loor” es tanto como “alabanza o elogio general”.
 
Recibo docenas y docenas de amables imeils sobre la expresión “a bote pronto” o “a botepronto”. Predomina la interpretación de que procede del rugby: la acción de dar un puntapié al “melón” nada más tocar el suelo. Otros corresponsales dicen que un lance parecido se da en el fútbol y en la pelota vasca. Lo fundamental es que de esa acción se pasa a que una reacción “a botepronto” es la que sigue inmediatamente al estímulo correspondiente, sin pensarlo mucho. Aclarado está gracias a esta espléndida gavilla de corresponsales. Me es imposible citarlos a todos. El espacio es oro.
 
Miguel Alonso (Praga, República Checa) aporta una curiosa frase checa: to je spanelska vesnice (= es un pueblo español), para indicar que algo es complicado, no se entiende. Añade que “es algo así como cuando en español decimos me suena a chino”. Está visto que lo “español” para muchos pueblos es un lío. Ya de paso, don Miguel me pregunta por el origen del refrán “de perdidos al río”. No he conseguido encontrarlo. Supongo que es la expresión de quien andaba buscando el vado para atravesar el río. Era una época en la que los puentes eran raros y caros (había que pagar un portazgo). Así que los lugareños se las ingeniaban para encontrar los sitios por donde vadear los ríos. Tras mucho tentar la corriente, los viajeros desorientados, se lanzaban al agua por cualquier sitio. “De perdidos, al río”, pues por algún lado había que atravesarlo. Es lo que me dice mi imaginación.
 
Manuel Martínez Ferrándiz (abogado) anda intrigado con la expresión “estar a caballo entre” para indicar la oscilación entre dos cosas contiguas. Es una locución muy moderna, pero tiene su lógica. Los varones montan a caballo a horcajadas, con una pierna a cada lado. El niño que solicita subirse “a caballo” pone una pierna a cada lado de los hombros del adulto que así lo sostiene por juego. Es fácil colegir que si una cosa “está a caballo” entre dos contiguas es como si tuviera una pierna en cada una de ellas. No he visto que ningún diccionario dé esa explicación, pero me parece lógica.
 
Juan Ignacio Contreras (Almuñécar, Granada) desea saber de dónde sale el refrán “hasta el 40 de Mayo no te quites el sayo”. Es un dicho típicamente castellano, de un clima continental, en el que hasta que no entra Junio, no te puedes fiar de las borrascas. El dicho es típico de la mentalidad cautelosa y desconfiada de los castellanos. Recordemos: “no te fíes ni de tu padre”. Tengo escrito un libro entero sobre los refranes (El espíritu de Sancho Panza).

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