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La cuestión de la guerra sigue viva

Si no hay nada que triunfe tanto como el éxito, Irak es el caso extremo de que nada fracasa tanto como el fracaso, por limitado y temporal que sea.

Por supuesto la guerra no ha concluido en Irak y sigue siendo costosa en vidas y hacienda. Pero lo curioso es que cada cierto tiempo el pasado le robe actualidad al presente y reaparezca como elemento de la polémica política actual el espectro de lo que se dijo o se dejó de decir hace más de dos años, retorciendo o amputando de su ambigüedad o su contexto una frase, blandiéndola como arma ofensiva con la que se pretende obtener réditos políticos en contra de los que asumieron los riesgos de aquella iniciativa.
 
Y a estas alturas no puede ya quedar duda que las cosas van a seguir siendo así por mucho tiempo y de que es inútil esperar que el pasado, pasado esté, sino que por el contrario hay que asumir que se trata de un presente muy vivo y que sería imprescindible, por más que de ello se siga prescindiendo, aplicarse de una vez a saber de qué han ido y de que van las cosas. Como fenómeno histórico es excepcional y ocupará a los estudiosos durante generaciones. La incapacidad para razonar estratégicamente, la suicida denegación de los peligros, la imposibilidad para distinguir entre error y mentira. Si no hay nada que triunfe tanto como el éxito, Irak es el caso extremo de que nada fracasa tanto como el fracaso, por limitado y temporal que sea.
 
En esta semana hemos tenido ejemplos de esta persistencia de un pasado que no se resigna a serlo. En el caso de Italia los acontecimientos son recientes pero el espíritu con el que son tratados se remonta a la inquina contra la liberación del pueblo iraquí de un déspota asesino y expansionista. Una comisión militar americana ha concluido que los soldados que patrullaban en la carretera del aeropuerto de Bagdad actuaron conforme a los procedimientos establecidos cuando dispararon contra un vehículo que conducía a la recién liberada periodista Giulia Sgrena, matando a Nicola Calipari, un magnífico policía. En ausencia de cámaras grabadoras y sobre la base de testimonios contradictorios sobre acontecimientos vividos en circunstancias de extrema tensión, probablemente nunca se podrá tener la seguridad plena de cual de las dos partes cometió el error fatal o si hubo equivocaciones por todos los lados. Pero todos sabemos lo que es el “fuego amigo” y que no se puede desmoralizar a combatientes a los que se les está pidiendo a diario el sacrificio supremo, persiguiéndolos como delincuentes por errores involuntarios, y eso en el peor de los casos. Pero bajo una presión oportunista y sin escrúpulos el gobierno italiano tiene que actuar como si no lo supiera, y rechazar los resultados de la investigación, a sabiendas de que nunca contará con certezas.
 
En Estados Unidos el Iraq Survey Group, que estuvo investigando el misterio de las armas de Sadam, publica una serie de adendas a su informe y dice que “que no pudo completar su investigación y no puede descartar la posibilidad de que las armas de destrucción masiva fueran evacuadas a Siria antes de la guerra”, sin embargo el titular del artículo correspondiente de The Washington Post reza: “Informe no encuentra pruebas de que Siria ocultase armas iraquíes”.
 
En Inglaterra la campaña en marcha para las elecciones generales gira en los últimos días en torno al dictamen jurídico del fiscal general que unos días antes de la guerra, marzo del 2002, abrigaba alguna duda respecto si sería legal o no –en absoluto la certeza de que no lo fuera- dependiendo de ciertas circunstancias, y dos antes del desencadenamiento del ataque sus dudas se habían disipado y se pronunció sin ambages por la plena legalidad.
 
Y más que veremos.

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