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Martín Krause

Déficit en los años de elecciones

las cosas no cambian mucho en los países con mucha transparencia fiscal porque los votantes se dan cuenta de la conducta oportunista de los gobernantes y tienden a sancionarla en las urnas

Estábamos acostumbrados a considerar las consecuencias del ciclo económico, pero ahora los economistas han descubierto otro: el ciclo político presupuestario. Se refiere esto a la manipulación de los instrumentos de política económica en la cercanía de elecciones.
 
Este fenómeno se estudia desde hace tiempo y solíamos pensar que se encontraba presente sobre todo en los países con democracias inestables, poco consolidadas y débiles. Pero ahora James Alt de Harvard y David Dreyer Lassen de la Universidad de Copenhague muestran que está presente en todas partes, sobre todo donde no se ve.
 
Los trabajos más recientes realizados sobre esta materia tendían a descartar que las manipulaciones fiscales ocurrieran en los principales países industrializados, ya que en ellos los votantes supuestamente pueden controlar y evaluar mejor el proceso de las políticas fiscales. Sin embargo, los autores explican que la existencia de estos ciclos depende mucho de la transparencia de las instituciones presupuestarias, como también de la polarización de los partidos políticos.
 
La transparencia fiscal permite a los votantes observar o inferir las causas y consecuencias de la política fiscal gubernamental, ya sea directamente o a través de los medios. La capacidad de separar aquellas políticas con motivaciones oportunistas depende de la naturaleza del proceso de decisiones electorales y de la información disponible.
 
Según varios economistas que han estudiado el fenómeno, los políticos buscan su reelección ya sea para obtener rentas propias o para instrumentar sus políticas preferidas. Los votantes no pueden darse cuenta fácilmente de la capacidad del gobernante o del nivel de endeudamiento, por lo que los políticos van a tender a endeudarse y producir déficit para aparecer más competentes ante los votantes.
 
Si los electores pudieran separar esto, podrían darse cuenta y señalar su opinión en el momento de votar. Los autores elaboraron un indicador de transparencia fiscal basado en cuatro categorías: procedimientos más transparentes harían más fácil el control; también si se utiliza un lenguaje claro y no arbitrario; si hubiera más justificaciones para cada gasto y, finalmente, si existiera algún control independiente de todo ello.
 
En base a ese índice de transparencia, los autores investigaron si los ciclos políticos presupuestarios difieren entre países con alta o baja transparencia. Sus resultados muestran que el déficit fiscal en los primeros promedia del 3,01% del PIB en un año no electoral comparado con un 3,05% en uno de elecciones. Pero en los países con poca transparencia fiscal, el déficit promedia 2,62% del PIB en los años en que no hay elecciones y 3,32% en los años con elecciones.
 
Según los autores, las cosas no cambian mucho en los países con mucha transparencia fiscal porque los votantes se dan cuenta de la conducta oportunista de los gobernantes y tienden a sancionarla en las urnas.
 
Todo esto quiere decir que en cuanto pueden y no están a la vista, los gobernantes nos pasan la factura o, como sostenía Thomas Jefferson, el costo de la libertad es una eterna vigilancia.

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