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Ignacio Villa

Los efectos políticos del debate

Estamos en una situación en la que no es suficiente que el presidente del Gobierno ponga "cara de bueno". Tiene que rectificar para que la normalidad política vuelva a España. Es la única salida

Con el calendario en la mano, el Debate sobre el Estado de la Nación termina el próximo martes con la discusión y aprobación de las distintas propuestas de resolución de los grupos parlamentarios. Eso es lo oficial, pero no es lo real. Y es que los efectos políticos de este debate prometen ser largos, intensos y complicados.
 
El presidente Zapatero entraba el miércoles en el Debate con el engreimiento de quién se cree invencible y salía el jueves con la cabeza gacha de quién ha vuelto al mundo terrenal. Zapatero ha quedado herido de su primer Debate sobre el Estado de la Nación. Y es que sus estrategias con fondo y retranca han quedado claramente al descubierto.
 
Zapatero esconde lo que hace, hace lo quiere o no sabe lo hace. Las tres posibilidades son complementarias entre sí y compatibles en el tiempo. El presidente del Gobierno ha entrado en una dinámica cuyo destino final aparece como escalofriante. Zapatero iniciaba el Debate con formas beligerantes, demagogas, paupérrimo en los resultados y vacío en los argumentos. Construyó toda su intervención contra el Partido Popular. Pensaba que con esa labor estaba todo el trabajo terminado; pero se equivocaba. Tenía como adversario parlamentario a un Mariano Rajoy sólido, fuerte y con principios. Un Rajoy que dejó al descubierto todas las intenciones, todas las malas artes, todas las ambigüedades del Jefe del Ejecutivo. Fue un golpe de luz sobre la oscuridad, que llevó al propio Zapatero a recoger velas en el final del Debate.
 
Quizá en otro momento, alguien podría haberse creído la cara de corderito bondadoso de Zapatero, pero esta vez ya ha sido todo distinto. El intento final de bondad del presidente del Gobierno ha servido sólo para confirmar la realidad. El presidente del Gobierno ha intentado utilizar el Pacto Antiterrorista para parapetarse y poder buscar así una salida pactada con separatistas y terroristas. Y esa jugada ha quedado al descubierto.
 
Mariano Rajoy ha hecho muy bien al insistir este viernes en lo mismo. Zapatero –ha dicho el líder del PP– ha traicionado a los muertos y le ha recordado que el cumplimiento del Pacto significaría ilegalizar a los comunistas de las tierras vascas. Estamos en una situación en la que no es suficiente que el presidente del Gobierno ponga "cara de bueno". Tiene que rectificar para que la normalidad política vuelva a España. Es la única salida. Y no debería olvidar que los efectos políticos del Debate están por llegar. Tiene todas las papeletas para llevarse la peor parte. Tiempo al tiempo.

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