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Porfirio Cristaldo Ayala

Miseria política latinoamericana

La eliminación de los subsidios agrícolas por EEUU y la UE sólo beneficiaría a Brasil y Argentina, exportadores agrícolas netos. Pero casi todo el resto de América Latina saldría perjudicada

Las grandes oportunidades que ofrece la globalización para el progreso de los pueblos no están en los pactos políticos como el Mercosur, que sólo han servido para impulsar la hegemonía internacional de los socios más fuertes, sino en acuerdos de libre comercio como el ALCA, que abren el intercambio comercial a todos y permiten a las pequeñas empresas atraer nuevas inversiones, tecnología, mejorar su competitividad y exportar con ventajas a todo el mundo.
 
Brasil y Argentina tienen las economías más cerradas del mundo, no están interesados en la integración ni en el libre comercio. Por eso en el Mercosur no existe el libre flujo de bienes o siquiera la libre circulación de productos hacia terceros países.
 
El Mercosur quedó aún más aislado e impotente desde que Brasil lidera las negociaciones para el libre comercio con Estados Unidos y Europa, los mercados más importantes del mundo. La ambición del presidente Lula de convertir al Brasil en la superpotencia de América del Sur ha resultado en una agresiva oposición al esfuerzo de EEUU de crear el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), así como a la firma de un TLC con la Unión Europea.
 
¿Cómo justifica Brasil negarle a sus socios el acceso a los principales mercados del mundo? ¿No ven que el comercio es la única forma que tienen de erradicar la pobreza? Esto supuestamente se justifica por ser la única forma de forzar a EEUU y Europa a terminar con los subsidios agrícolas. En algodón, los subsidios de EEUU a sus agricultores bajan el precio mundial de la fibra en 30%. Brasil y Argentina han decidido posponer el ALCA y los acuerdos con la UE hasta que se eliminen los subsidios en la agricultura.
 
A todos los países latinoamericanos les conviene acelerar el libre comercio con norteamericanos y europeos, incluso si continúan los subsidios agrícolas. Estos, si bien son perniciosos, los pagan los contribuyentes norteamericanos y benefician a muchos países. La gran mayoría de los países pobres importan más productos agrícolas de lo que exportan y los subsidios de los países ricos reducen el precio internacional de muchos productos importados que consumen.
 
La eliminación de los subsidios agrícolas por EEUU y la UE sólo beneficiaría a Brasil y Argentina, exportadores agrícolas netos. Pero casi todo el resto de América Latina saldría perjudicada.
 
Chile, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, República Dominicana, Paraguay y otros deben abandonar la fracasada alianza socialista de Lula, Chávez, Kirchner, Vázquez y Castro, procediendo a negociar aceleradamente tratados de libre comercio con todo el mundo y eliminando sus dañinas barreras al libre intercambio comercial.
 
El libre comercio es la única esperanza de libertad, democracia y prosperidad para los pobres del continente y nuestros políticos son quienes imponen tales trabas, en beneficio de unos pocos y manteniendo a millones de latinoamericanos en la miseria.

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