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Premiando a los malos

Europa, se ha instalado la mentalidad del apaciguador, quien prefiere intentar contentar al chantajista, al terrorista, con concesiones concretas a cambio de vagas promesas.

Irán engaña a la comunidad internacional. Solución europea: hagamos mayores concesiones para lograr que negocien con mejor fe y se pueda llegar a un acuerdo duradero. A mayor engaño, mayores concesiones. Corea del Norte es otro caso de la misma estrategia. Se pide una negociación bilateral con los Estados Unidos porque los norcoreanos saben muy bien quién puede de verdad hacerles daño, pero para conseguir vencer la lógica resistencia de América, lo único que saben esgrimir es más chantaje bajo la amenaza de un posible ensayo nuclear. En otro orden de cosas, Marruecos, exportador de buena parte de la emigración ilegal a nuestro país y con un turbio perfil sobre el islamismo que atacó a España el 11-M. en lugar de sospechas y aclaraciones, lo que se le pide es que acepte el apoyo político del actual gobierno español y reciba material militar que se puede volver en nuestra contra.
 
Todo esto tiene un nombre: premiar al malo, a aquellos países y regímenes que saben por experiencia propia que violar sus compromisos y las normas internacionales no sólo no les cuesta, sino que obtienen grandes ventajas por ello. Esto es posible porque en buena parte del mundo occidental, comenzando por Europa, se ha instalado la mentalidad del apaciguador, quien prefiere intentar contentar al chantajista, al terrorista, con concesiones concretas a cambio de vagas promesas.
 
Ya de por sí esta actitud es grave, pero además es que tiene un efecto altamente perverso: deslegitimar a quien se enfrenta con firmeza a los problemas. Así, por ejemplo, a los EEUU se les critica ahora por defender una solución multilateral, a seis, al problema de Corea del Norte y se le insta a que tienda su mano de forma bilateral a las autoridades norcoreanas. Justo lo contrario de lo que se decía de Irak y de lo que se le pide en el caso de Irán.
 
Irak debería haber llevado a una importante lección: cuando se premia la violación de los acuerdos internacionales, cuando no se respetan los compromisos, cuando uno se instala en el juego del ratón y el gato, la comunidad internacional debe dejar claro, lo antes, posible, que ese es un curso de acción que sólo puede llevar al desastre de quien lo ponga en práctica. Es necesario un basta ya a contemporizar con quien hace del engaño una política sistemática. Mientras no se construya esta actitud y se comparta, americanos y europeos tenderán a ignorarse mutuamente y, aún peor, los problemas del mundo se volverán más amenazantes. Del apaciguamiento siempre se arrepiente uno demasiado tarde.

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