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Jorge Valín

El Estado no sale a cuenta

Si dirigismo y omnipotencia estatal es igual a continuo declive económico, libre mercado es igual a prosperidad y riqueza

El crecimiento para Europa no es muy halagüeño. Recientemente la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha rebajado en siete décimas la previsión de crecimiento para la zona euro en 2005, y en cinco para el 2006.
 
En la misma línea va la competitividad en España. Según un estudio del Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE), la competitividad ha caído un 12,5% con respecto a la eurozona en los últimos seis años. La patronal CEOE declaró hace unas semanas el "serio problema de competitividad que sufre la economía española” que han causado las "cargas fiscales, laborales y sociales". Como solución el gobierno socialista está estudiando rebajar las cotizaciones sociales de todos los contratos indefinidos en medio punto. Como si tal medadita fuese a servir de algo sobre el 38% de lo que pagan las empresas por sus empleados al gobierno.
 
Cuando se trata de expandir la libertad, el gobierno siempre es moderado y pragmático para conservar el socialismo. Pero cuando se trata de ampliar los costes sociales todo estado siempre se muestra radical. Y ese, es el anunciado declive de Europa: más privilegios y dinero para los burócratas y grupos de presión (agricultores, ONGs con dudosos “fines sociales”, sindicatos, funcionarios…), y todo a cargo del dinero ganado honradamente por las empresas y trabajadores. No hace falta que haga donaciones, el estado ya se encarga de quitarle el dinero y hacerlas por usted a él mismo.
 
El auténtico problema económico de España y Europa, sin duda alguna, es el estado. Éste es la única organización que, por ley, puede sacarle al ciudadano su dinero mediante la fuerza y la amenaza. A tal forma de actuar siempre se le ha llamado robo y extorsión; y es que bajo las palabras de “estado del bienestar”, pragmatismo y moderación se esconde un sistema económico basado en la agresión, la arbitrariedad de un puñado de políticos, el dirigismo y la planificación central. No es de extrañar que la “producción” huya de un país cimentado con esos valores.
 
La solución al problema de la competitividad y crecimiento, entonces, serán las medidas opuestas. Si dirigismo y omnipotencia estatal es igual a continuo declive económico, libre mercado es igual a prosperidad y riqueza:
 
- ¿Qué sentido tienen las licencias? No necesita una licencia para ser un buen taxista. Si sabe conducir, sabe llevar a la gente de una parte a otra con la misma calidad, tenga licencia para hacerlo o no.
 
- No necesitamos burocracia. Si usted quiere crear una peluquería en Aragón, por ejemplo, necesitará de 180 a 200 días para abrirla. Firmar y acumular papeles no hará que sepa cortar mejor el pelo a sus clientes.
 
- ¿Qué hemos conseguido con tantos impuestos? Que el estado se enriquezca a costa de nuestro trabajo cuando a nosotros nos cuesta llegar a final de mes. Eliminémoslos todos.
 
- ¿Qué hemos conseguido con el salario mínimo? Que los jóvenes no tengan trabajo y un sin fin de contratos altamente precarios.
 
- ¿Por qué obligar a las empresas a pagar al estado? Menos dinero para el empresario es menos capacidad de producción y de creación de empleo. Que más del 20% de la economía esté sumergida no es un capricho de los empresarios.
 
- ¿Por qué mantener un obstruido y obsoleto sistema de medicina público? El lema "todo tratamiento debe ser gratis" sólo ha creado la realidad “todo tratamiento necesita varios años de espera”. A pesar del fuerte monopolio del estado en salud, los seguros médicos privados son mucho más eficientes.
 
- ¿Por qué hacer aportaciones forzosas a su vejez sino las va a cobrar? El estado no financia el dinero de su pensión, sino el de un anciano de ahora. El estado no puede garantízarle su futuro.
 
Y en fin, ¿por qué mantener a una organización inútil (estado) que nos empobrece día a día? Sobran argumentos. El estado no sale a cuenta.

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