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Carlos Semprún Maura

¡Viva el cambio inmóvil!

Villepin es una copie conforme de Chirac, en plan cursi, con la misma ausencia de ideas y la misma arrogancia. Sarkozy es voluntarioso y enérgico, pero es “húngaro”, y Chirac no se olvida de que fue el lugarteniente de Balladur

Cuando un político está agotado, sus intentos de renovación resultan patéticos, quiere presentar una novedad y resulta que vende el sombrero de paja de la abuela. Se sabía que el Presidente Chirac iba a nombrar a Dominique de Villepin, primer ministro, sin descartar del todo que le tocaría el turno a Nicolas Sarkozy. Ebrio de audacia senil, Chirac les ha nombrado a los dos, Villepin, primer ministro, y Sarkosy, ministro de estado, probablemente de Interior. De sobra se sabe que los dos hombres se detestan, y aún peor que sus ambiciones son igual de frenéticas y totalmente opuestas, ya que sólo se elige a un Presidente.
 
Villepin es una copie conforme de Chirac, en plan cursi, con la misma ausencia de ideas y la misma arrogancia. Sarkozy es voluntarioso y enérgico, pero es “húngaro”, y Chirac no se olvida de que fue el lugarteniente de Balladur. Reivindica ser de derechas cuando los demás no se atreven. Sin ser realmente liberal, lo es infinitamente más que la mayoría de los suyos. Aprovechó la malograda campaña del “sí” para arremeter contra quienes pretendían desempeñar un papel nacional, sin haberse atrevido a afrontar el sufragio de las urnas. Como Villepin. Pero también como Georges Pompidou, hasta que fue elegido nada menos que Presidente de la República. Por cierto no fue Pompidou quien lanzó ese famoso “oui, mais...”, a un referéndum propuesto por de Gaulle, como pretende el infeliz de Miguel Ángel Aguilar, hasta mi portera española sabe que fue Giscard d´Estaing. Queda por ver si ese supuesto “dúo dinámico” va a ser capaz de hacer algo positivo. Lo dudo, lo más probable es que, desde sus cargos respectivos, se pasen los días poniendo zancadillas a su rival, para ganar puntos con vistas a las presidenciales de 2007. Claro que si Chirac decide presentarse de nuevo, Villepin no será candidato, Sarkozy, en cambio, sí. Es una ventaja.
 
También fue patético Chirac en su declaración presidencial anunciando el cambio de primer ministro, y afirmando la defensa a rajatabla del “modelo social francés”, como solución a todos los problemas. Pese a la ceguera política de tantos franceses, empezando por el propio Presidente, es precisamente ese “modelo” el principal culpable de la crisis y la decadencia. Pero como zopencos siguen repitiendo que el paro francés, el más fuerte de Europa, el desarrollo francés, el más bajo de Europa, la burocracia estatal, la más pesada de Europa, son lo mejorcito del mundo. Si en el Reino Unido, Holanda, Dinamarca, Suecia y algunas minorías en otros países, importantes sectores de la ciudadanía, y hasta mayorías electorales, saben que cuanto más liberal, más social, como se demuestra en la práctica, en Francia se sigue prefiriendo el paro social, al empleo liberal. Pese a que todos hayan querido borrar la cuestión europea del “no” francés, yo entiendo que mucho electores, por variopintos motivos, se hayan negado a sacrificar su patria ante el altar pagano de un superestado burocrático, impuesto desde arriba. Una nación se crea durante siglos, y no se disuelve en tres días.

Pero el que se ha llevado, hoy, el pavo de la imbecilidad es Fernando Savater, quien en una entrevista publicada en “Le Figaro”, afirma que los franceses votando “no”, han “ofrecido un espléndido regalo a George W. Bush”. Por lo tanto, votar “sí” hubiera sido votar contra Bush. Es demagogia barata y populismo sociata, pero incluso así yo preferiría, claro, hacer regalos a Bush, que hacerlos a Otegi, como le están haciendo. Y espero que se sigan haciendo “regalos”. Mañana en Holanda, pasado en Reino Unido, y así sucesivamente, en países en donde puede triunfar un “no” liberal, cosa imposible en Francia, por ahora.

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