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Ricardo Medina Macías

El sectarismo de la izquierda

No es creíble la vocación democrática de esta izquierda que, a la primera oportunidad, se quita la máscara y recurre a sus viejos reflejos autoritarios e intolerantes, francamente sectarios

Supongo que para el gobierno socialista español de Rodríguez Zapatero, los derechos de las víctimas del terrorismo deben ser "una lata", "un mito liberal", una engañifa de la derecha que no quiere la paz. Así razona el sectarismo de izquierdas.
 
Fueron cientos de miles, tal vez un millón, los españoles que marcharon hace una semana en Madrid repudiando la propuesta del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de negociar con la banda terrorista ETA. Desde una perspectiva demócrata, el mensaje de las víctimas del terrorismo de ETA es impecable: no es factible negociar con los delincuentes y asesinos sin atropellar, al mismo tiempo, los derechos de las víctimas.
 
La respuesta de Zapatero y su gobierno ante este inequívoco mensaje de las víctimas fue lamentable: Gregorio Peces-Barba, nombrado por Zapatero hace varios meses como "comisionado" ante las víctimas del terrorismo, se negó a concurrir a la manifestación y dijo sin rubor que él representa al gobierno de Zapatero, no a las víctimas. Cínica confesión de que el gobierno socialista le paga –con dinero público– no para defender los intereses de los ciudadanos, sino para evitar que los ciudadanos latosos (y vaya que son latosas las víctimas) incordien al gobierno.
 
La televisión que pagan con sus impuestos todos los españoles (TVE) reveló, a su vez, que no es en modo alguno una televisión pública, sino una televisión sectaria al servicio del gobierno de Zapatero (al más viejo estilo de las televisiones oficiales en los países fascistas y comunistas), al desdeñar cubrir la manifestación multitudinaria de las víctimas e intentar minimizarla, atribuyendo el acto a una maniobra de la derecha opositora.
 
Más tarde, Zapatero dijo que él escuchaba "con respeto" la manifestación, pero que no variará un ápice su hoja de ruta de negociación con ETA, en la que, para colmo, los tiempos, los medios, los objetivos y hasta la moneda de cambio (bombas, amenazas y chantajes) la imponen los terroristas y no el gobierno.
 
Fuera de España, la prensa sectaria de izquierda –basta echar un vistazo a ciertos periódicos de ese "talante" en América Latina– relegó la manifestación a pequeñas notas perdidas en las páginas internacionales o de plano envenenó la información diciendo, como lo hizo el diario mexicano La Jornada, que en realidad había habido manifestaciones –igualmente relevantes y multitudinarias– a favor y en contra de la propuesta negociadora de Zapatero. Mentira flagrante.
 
No es creíble la vocación democrática de esta izquierda que, a la primera oportunidad, se quita la máscara y recurre a sus viejos reflejos autoritarios e intolerantes, francamente sectarios.
 
No nos engañemos. Estos falsos conversos a la democracia siguen anclados en los prejuicios y en el fanatismo de sus orígenes, sean esos orígenes el estalinismo, el maoísmo, el trotskismo o el corporativismo fascista disfrazado de nacionalismo revolucionario. Es probable que sean sus comunes demonios anti-liberales los que expliquen la facilidad con que, en estos tiempos, vemos hermanados a los fascistas de antaño con los izquierdistas de hogaño.

En España

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