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Amando de Miguel

América, América

Ya sé que el castellano de España es minoritario, pero históricamente es la lengua madre, o mejor, la antepasada común de todos los hispanoparlantes. Además, es el español que me resulta más familiar. Así que me perdonarán que no dedique mucho espacio a las variaciones del idioma común que se producen al otro lado del charco. Porque el Atlántico no es más que un charco a los efectos de la comunicación cultural. Hoy me detengo en platicar con los de la otra orilla.
 
Cándido Alvarado M. (Honduras) certifica que en su tierra circula con naturalidad el verbo aperturar, por ejemplo, “una cuenta de un banco”. Después de esa asimilación, no tenemos más remedio que “aperturar” nuestras cuentas. En cambio, la expresión hondureña de “como ser” (= por ejemplo) no me suena nada. Es posible que, si se refuerzan las corrientes migratorias, los españoles incorporemos esa locución. No me repugna.
 
Luis Brau-Cebrián (San Juan, Puerto Rico) arguye que la expresión “voy a por las llaves” está mal dicha; para él debe ser “voy por las llaves”. Tengo mis dudas. Hasta no hace mucho lo del “a por” era un vulgarismo. Dejó de serlo después de la generación del 98 (los contemporáneos de la independencia de Puerto Rico). “Voy por las llaves” es una expresión ambigua. “Puedo ir (a donde sea) a causa de las llaves” o “puedo ir a buscar las llaves”. En cambio, “voy a por las llaves” solo tiene un sentido claro: me dispongo a buscarlas y estoy decidido a encontrarlas. En los toros el matador brinda: “Va por usted, señor alcalde”. En cambio, ese mismo torero está decidido a matar al toro ritualmente, es decir, “va a por el toro”. Pero ¡qué bonita es la bandera puertorriqueña!
Joseph (Pepe) Cortina (Los Ángeles, California) aporta su experiencia sobre el misterioso y simpático che de los argentinos. Don Pepe asegura que en guaraní, che es algo así como un adjetivo posesivo. Recuerda de su paso por el ejército que algunos soldados decían “sí, che capitán”.
 
Sobre la exclamación che de valencianos y argentinos, Néstor Otero Rando aporta una interesante observación. “En los idiomas precolombinos la palabra che significa gente. De ahí los nombres de las diferentes tribus: comanche, apache, mapache, etc.”. De todas formas, ese origen no explica por qué el celebrado che se ha mantenido en la Argentina y en Valencia y no en otros lugares. Continúa el misterio.
 
Fernando Fernández León (cubano de Miami, Florida, EE.UU) recuerda que en su provincia de nación (Pinar del Río, Cuba) utilizan la palabra achasclar (= aplastar). No la ha encontrado en ningún diccionario y quiere saber si es correcta. Mire, don Fernando, no todo lo que está en el mundo lo recogen los diccionarios. Bien podríamos incorporar el achasclar a nuestro particular “Diccionario libertario”. Es una palabra muy expresiva por su clara conexión con la voz natural chasc como onomatopeya de diversos ruidos. Es evidente, por ejemplo, el de la masticación o el de pisar ramas secas. Así viene en el Diccionario de voces naturales de Vicente García de Diego. Recordemos: chasco, chascar, chasquido, chasquear, chascarrillo. A esa lista incorporamos ahora el cubanismo achasclar.
 
Ángel Guerrero Eguíluz razona que, en cuestión de diminutivos, él siempre ha utilizado pueblecito (de “pueblo”) y suavecito (de “suave”). Pero ahora oye mucho lo de pueblito y suavito. Supongo que es por la influencia de las películas hispanoamericanas. Al otro lado del charco se emplea mucho el diminutivo en ito (panito, pueblito, etc.). Esa es la grandeza del español. En inglés no cabe decir más que “pequeño pueblo”. En español podemos decir pueblito, pueblecito, pueblico, pueblín, pueblillo, puebliño, y muchos más. Mi diminutivo favorito es cafelito muy madrileño.
 
Carlos Andrés Zelaya (Tegucigalpa, Honduras) se felicita de la nueva orientación que van tomando estos apuntes de “Lengua viva”. Dice así: “La lengua tiene muchos significados, además de idioma y órgano bucal”. En resumen, que la nueva orientación de la seccioncilla “le da más vida y versatilidad que el nombre viejo”. Espero que la cualidad de versátil no sea la tercera del DRAE: “de genio o carácter voluble e inconstante”.

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